Uno de los casos de desapariciones más famosos, tal vez porque no se trata de un individuo, sino de un grupo de hombres, de produjo durante la Primera Guerra Mundial, cuando el batallón del Regimiento Real dl Norfolk se desvaneció en los Dardanelos, el plena campaña, en el mes de agosto de 1915.
Entre marzo y diciembre de 1915, Inglaterra y Francia intentan adueñarse de los Dardanelos, punto estratégico que controla las comunicaciones entre el Mediterráneo y los puertos rusos del Mar Negro. Pero los ejércitos del Imperio otomano, dirigidos por los alemanes, mantienen en jaque al cuerpo expedicionario occidentales. Las pérdidas son tan importantes (46.000 muertos), que los aliados abandonan finalmente la lucha en diciembre.
La desaparición de Norfolk.
La historia de la desaparición del batallón de Norfolk es conocida por el relato de los soldados de la Mancomunidad que asistieron a este acontecimiento. El 21 de agosto de 1915, durante el ataque de la península de Gallipoli, uno de los episodios más sangrientos de la campaña de los Dardanelos, veintidós soldados neozelandeses de una compaña de ingenieros vieron al cuarto regimiento de Norfolk, formado por 267 hombres, dirigirse a socorrer al cuerpo del ejército del Comando Unido de Australia y Nueva Zelandia (CUANZ), que estaba atacando la cota 60, al sur de la bahía de Suyla. Mientras se encontraban en el lecho seco de un río, los soldados de Norfolk penetraron dentro de una extraña nube. En cuanto todos los hombres desaparecieron detrás de la cortina de bruma, la nube se elevó suavemente para alejarse en el cielo, contra el viento, perdiéndose rápidamente de la mirada de los observadores. No se veía ningún ser vivo en el pequeño valle y Turquía afirmó no haber capturado jamás a ningún miembro de ese regimiento.
Las contradicciones.
Este relato se apoya sobre el testimonio hecho cincuenta años después de la campaña de los Dardanelos. Redactado, luego de un encuentro conmemorativo del CUANZ, por tres soldados neozelandeses que pertenecían a la tercera sección de la primera compañía de ingenieros, este testimonio fue presentado como un llamado a prestar declaración destinado a las personas que eventualmente se encontraran todavía vivas y que hubieran asistido a este hecho. Un examen del documento reveló, sin embargo, varios errores de hecho en el relato, que hacían dudar de su confiabilidad. Así, el cuarto regimiento de Norfolk mencionado por los res soldados no es un regimiento sino un batallón y éste, por lo demás, terminó la campaña de los Dardanelos. En cambio, otro batallón de mismo regimiento, el quinto de Norfolk, fue efectivamente reportado como desaparecido luego de un ataque. Este tuvo lugar, no el 21 de agosto como lo indica el documento sino el 12, de acuerdo con los archivos militares ingleses y sucedió a cinco kilómetros de la posición supuesta por los testigos neozelandeses. Sin embargo, existe otro texto que relata un episodio similar, escrito poco después de la campaña, en el que no se encontró ninguna contradicción ni afirmación dudosa, y cuyo testimonio parece claramente más confiable.
¿Recuerdos verídicos o sugestiones posteriores?
Se trata del Informe final de la Comisión de los Dardanelos publicado en 1917. Según este documento, una “extraña bruma”, que reflejaba los rayos del sol, cubrió la bahía y la llanura de Suyla el 21 de agostos, desdibujando las trincheras ocupadas por los otomanos y permitiendoles, de ese modo, disparar más fácilmente sobre los aliados. Pero por más extraño que esto pareciera, tal fenómeno meteorológico era al parecer corriente en la región. Es igualmente ese mismo día 21 de agosto, en el curso de la tarde, que el informe cita un ataque a la famosa cota 60 por 3.000 hombres de la CUANZ.
Al leer los dos episodios descritos en este documento oficial, las semejanzas con el tardío testimonio de los soldados neozelandeses son impactantes. De hecho, este último más parece una mezcla de los dos acontecimiento, presentados en el Informe Final como distintos pero relatados en dos páginas enfrentadas…
Tal vez esta disposición pudo influir en la memoria de los tres testigos. Habría que agregar que del quinto de Norfolk, que se reporto efectivamente como desaparecido, se recuperaron 122 cadáveres a partir del 23 de septiembre de 1919. Y, si se toma en cuenta que 27.000 de los 34.000 muertos, entre soldados ingleses y del CUANZ, nunca fueron sepultados, se puede suponer que los cuerpos de los 145 soldados que faltan hayan podido ser mezclados con la tierra de un campo de batalla ahogado bajo un calor terrible, que podría haber sido un factor de putrefacción acelerado. Estos diversos elementos nos constituyen ningún apoyo en favor de la autenticidad del testimonio de los tres neozelandeses.
Sin embargo, algunos autores siguen viendo allí el relato de un hecho real y justifican las contradicciones sobre la identidad del batallón o la fecha de aparición de la extraña nube aduciendo ciertas faltas en la memoria que serían del todo normales después de cincuenta años. No es tampoco menos cierto que los documentos oficiales de la época hablan de una bruma de gran superficie y no de una nube de 250 metros de largo posada sobre el suelo. Se podría pensar que si un fenómeno como ese hubiera producido, habría llamado inmediatamente la atencion de los observadores militares que están siempre al acecho de un ardid del enemigo.
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