sábado, 27 de junio de 2015

GRP



Ésta es la historia de una familia con audímetro (Instrumento electrónico que mide la audiencia de la televisión) y cómo afecta la instalación de este aparato a sus vidas. El corto realiza una crítica al mundo de la televisión, los programas de reality y call tv, cuestionando el poder de la audiencia en televisión, sus formas de control y sus efectos sobre la programación

Sin sostén



En una ciudad hostil, un hombre insignificante decide quitarse la vida. En su caída al vacío es rescatado y seducido por los superflúos encantos del mundo publicitario

Fue realizado por el animador mexicano René Castillo

Una mujer poseída entra en trance tras ver la Sábana Santa





“La mujer en cuestión soy yo, y por razones obvias de intimidad le pido que mantenga mi anonimato“: la historia, de la cual hubo varios testigos, fue finalmente confirmada por su más directa protagonista, la mujer de Lecco (bella ciudad situada junto al lago de Como, en la Lombardía) que el 12 de junio entró en trance tras visitar la Sábana Santa, que se expone desde el 19 de abril y hasta el 24 de junio en la catedral de Turín.

Como en una película de terror


Ese viernes había acudido, como una más entre cientos de miles de peregrinos, a contemplar el lienzo que envolvió el cuerpo de Jesucristo, cuando “entró como en trance:se puso a decir frases incomprensibles, en una lengua desconocida para los presentes, y cayó al suelo. Las personas que tenía al lado intentaron ayudarla, pero la crisis no parecía atenuarse”, cuenta La Republica. Al revés: “Empezó a girar la cabeza de un lado a otro de forma no natural. Parecía una película de terror“, afirma un testigo.

Las convulsiones duraron unos diez minutos y cesaron de golpe, sin mediar intervención alguna. Se levantó por sí sola y, aunque algo aturdida, hablaba normalmente, e inmediatamente abandonó el lugar.


Las dudas del sacerdote


Consultado por el diario piamontés, el exorcista Pater Karras mostró cierto escepticismo con el caso, señalando que “las personas verdaderamente poseídas son muy pocas” y que habría esperado otro comportamiento por parte de un poseído: “La reacción de esta persona ante la Sindone me parece demasiado floja. Si realmente tuviese dentro de sí al demonio, habría tenido una reacción violenta ante el Santo Lienzo, habría intentado destruirlo, habría blasfemado con vehemencia de modo provocativo”, dijo, aun reconociendo que para emitir un juicio tendría que haber asistido a la escena.

Pero la misma protagonista precisó algunos puntos días después con la carta a La Repubblica que encabezaba esta información.

Nueve meses de exorcismos


“Ante todo”, dijo, “no soy yo quien dice que está poseída, y ni siquiera he dicho que el diablo me haga hacer cosas contra mi voluntad”, expresión que había utilizado el periódico: “No soy yo quien dice estar poseída, sino que el hecho ha sido verificado y comprobado por tres exorcistas diferentes autorizados por la archidiócesis de Milán. Además, la crisis de posesión, que efectivamente sufrí, no tuvo lugar delante de la Sindone, sino al concluir el tiempo de la visita, cuando ya nos invitaban a salir”. De hecho, añade, algunos voluntarios que la acompañaban y conocen su situación la sacaron del templo en cuanto advirtieron los primeros síntomas: “Fue fuera de la iglesia donde tuve la crisis de posesión”.

La mujer, aludiendo a las palabras de el Pater Karras, explica por qué su reacción fue “floja”: “Estoy recibiendo exorcismos desde hace nueve meses dos veces por semana, unidos a un profundo camino de fe en Cristo. Oigo misa a diario y recibo la Santa Eucaristía habitualmente. Preparé esta peregrinación escrupulosamente, con los muchos apoyos que el Señor me ha enviado. Empecé a advertir la aversión y la oposición del Maligno ya algunos días antes de partir, y el viaje hasta llegar a la Sábana Santa fue más bien dificultoso y lleno de obstáculos. Durante días oré al Señor para que me permitise al menos rezar algunos minutos ante el Sagrado Lienzo. Conseguí estar delante de él todo el tiempo que el Señor me concedió, sintiendo todo el rato golpes y agresiones de Satanás, que quería derrotarme. Fue durísimo, pero en la fe, en la oración y en el abandono a Nuestro Señor resistí hasta que no pude más…”.

La señora explica que hizo esta peregrinación buscando “la gracia de la liberación”. Afirma que el demonio la ha hecho hablar muchas veces en arameo antiguo, junto con ataques físicos: “Me ha torturado el cuerpo con contorsiones, me ha golpeado violentamente la cabeza contra el suelo… ¡pero jamás ha podido hacerme blasfemar!”.

No hay otras causas

También afirma que jamás ha vendido su alma al diablo: “Los motivos de mi posesión son otros y personales. Jamás he vivido en países donde se hablase arameo, y soy negada para los idiomas. He pasado exámenes psiquiátricos y no tengo ninguna enfermedad concreta. Tampoco mis padres han pensado nunca que en mi caso estuviese por medio el diablo, al contrario, al principio fue difícil que comprendieran la realidad de mi situación”.

Explica que se convirtió hace dos años, y un año después descubrió que estaba poseída: “Tras una vida sin comprender cuál era la fuente de mis problemas, pero con la profunda conversión del corazón, el perdón, la Santa Misa diaria y los sacramentos, el Señor tuvo misericordia de mí y me mostró el camino a seguir, acompañándome con su Amor”.

Una vida normal, un drama interior

A pesar de las incomprensiones que manifiesta haber sufrido tras descubrir su posesión, concluye afirmando que “en estos meses de agonía” ha seguido trabajando como profesional liberal y manteniendo sus relaciones personales: “Quien no lo sabe no se imaginaría que justo yo pueda ser ´esa endemoniada que explota delante de la Sábana Santa´. Y tampoco podría imaginar la lucha que ha de afrontar, en cada instante de su existencia, una persona poseída que busca la liberación con toda su alma”.

No debemos jugar con la Ouija



A medida que crecemos se despiertan cientos de dudas en nuestro interior, además del deseo de probar los límites, de retar la norma. Siempre estudié en un colegio católico, de monjas, por lo que crecí escuchando que invocar a los espíritus era algo prohibido y muy peligroso. Mis compañeros de clase y yo nos reíamos de las advertencias, pero secretamente deseábamos probar el fruto prohibido. Hicimos péndulos con una tijera y un cuaderno, llamando espíritus y haciendo preguntas de Si o No; a veces nos asustamos con golpes que sonaban en las paredes, libros que caían repentinamente y hasta con predicciones acertadas de esos espíritus. Pero queríamos más.

Un viernes Asunción llegó con la noticia: había visto en una película como hacer una tabla ouija y la había llevado al colegio. Al finalizar el día, nos quedamos en uno de los salones oscuros y silenciosos: cuatro compañeras y yo nos sentamos en círculo alrededor del rudimentario tablero. Tomamos una moneda, la colocamos en el centro y comenzamos a invocar a los espíritus. Cuando, incrédulas, íbamos a partir la moneda comenzó a moverse. Ante la pregunta: “¿estás aquí?, la moneda se movió hacia el sí. Preguntamos su nombre y edad. El espíritu dijo llamarse Ana y tener 8 años. Había muerto hacía muchos años y sólo sabía que la culpa era de su padre. Cuando nos cansamos de preguntar, le pedimos que se fuera y la moneda se movió hacia el NO. Las luces comenzaron a parpadear y la puerta se cerró de un golpe. No podíamos salir. Gritamos, lloramos, nos abrazamos y comencé a rezar, a pedir perdón, a rogarle a ‘Ana’ que se fuera, le juré que no volvería a molestarla. Seguimos llorando y rezando unos minutos que nos parecieron una eternidad, hasta que la puerta se abrió silenciosamente.Corrimos desesperadas a casa, jurando no decir ni una palabra al respecto. No dormí en toda la noche, temerosa de las pesadillas.

Al lunes siguiente llegamos al colegio. Todo estaba en una tensa calma. Las monjas no decían nada, sólo nos llevaron al salón comunal y nos hicieron presenciar una misa, algo extraño pues las misas no eran generales sino en ocasiones especiales. Al inicio de la eucaristía nos comunicaron con lágrimas en los ojos que Isabel, una de mis amigas, había muerto en circunstancias muy extrañas. Al parecer, por lo poco que me dejaron saber, Isabel había llegado a su casa el viernes y se había comportado de forma muy extraña con su familia, gritándoles improperios sobre todo a su padre. Luego se encerró en su habitación e ingirió un bote de insecticida. Al final de la misa, las cuatro niñas que habíamos presenciado el ritual con la ouija decidimos quedarnos en el colegio a pesar de que nos habían dado el día libre y hablamos con una de las religiosas, llorando. Sor Mónica nos abrazó, dijo que habíamos sido muy imprudentes e inocentes y nos llevó con el sacerdote, un hombre mayor. El religioso nos miró, rezó con nosotras después de confesarnos y nos acompañó a casa.


Muchos años después, supe que habían practicado un exorcismo en el salón de clases y en la casa de Isabel. En una visita al pueblo, ya adulta, decidí llevar flores a la tumba de mi abuela y caminando observé la fotografía de un sepulcro: era una niña hermosa, de ojos grandes y castaños y un nombre en letras doradas: Ana Isabel S. El sepulturero se acercó y me preguntó si la había conocido, le dije que no y él me contó la historia: cansada de los abusos de su padrastro, Ana se había suicidado tomando cloro. El caso fue muy famoso en su época y lograron apresar al hombre, quien murió en la cárcel.

No pude evitar dejar una rosa en su tumba y en la de mi pequeña amiga. Recé un Padre Nuestro, a modo de disculpa por haber perturbado su descanso. Las leyendas de terror son ciertas: no debemos jugar con la Ouija y abrir puertas que luego no podremos cerrar.

Enterrada viva



Una de las leyendas urbanas de terror más populares es la de ser enterrado vivo. No se qué tan posible sea esto hoy en día, pero en el pasado parece muy real, dado que no contaban con los medios actuales para determinar los signos vitales de la persona y no siempre se solía embalsamar o preparar el cuerpo de ninguna forma. Para mí, esta leyenda urbana de terror tiene algo de verdad por una historia que mi abuela compartió conmigo.


Mi abuela nació en un pequeño pueblito rural, muy lejos de las grandes ciudades, donde la gente pasaba sus días sembrando la tierra. En este pueblito la vida era muy simple y las casas estaban muy apartadas la una de la otra; los servicios eran precarios: apenas contaban con una escuelita, un pequeño dispensario médico, una iglesia pequeñísima y un cementerio. Cuando mi abuela contaba con unos diez años de edad, murió la tía de una de sus amiguitas de la escuela. Como en todo pueblo pequeño, todos se conocen así que prácticamente el pueblo entero estaba en el funeral. Mi abuela recuerda que al ver el cuerpo de la señora en el sencillo ataúd de madera parecía dormida, con un color de piel muy normal; nada que recordara la palidez característica de todos los cadáveres pero decían que la muerte había sido natural, así que era normal que su aspecto fuese más sano que el de otras personas que murieron después de enfermedades largas. Después del velorio y los ritos correspondientes, el ataúd fue transportado al cementerio en una carreta y sepultado.

Esa misma noche, el esposo de la señora tuvo unos sueños terribles en los que veía a su difunta esposa gritando desesperada, arañando la tapa del ataúd luchando por salir. Sin embargo, no quiso comentar con nadie su pesadilla. Las noches pasaban, el sueño se repetía cada vez de forma más intensa hasta que después de la tercera noche no pudo soportarlo y fue a pedirle al sepulturero del pueblo que exhumaran el cadáver Le juró que no le diría a nadie, y que prefería ver el cadáver descompuesto y enfrentarse a una acusación de profanación para salir de la duda que tener esas pesadillas horrendas.


Luego de mucho insistir, el sepulturero cedió y procedieron a remover la tierra de la tumba, aún suave pues no había llovido en esa temporada. Al abrir el ataúd descubrieron lo peor pues el cuerpo de la señora estaba casi en posición fetal, un brazo cubriendo el rostro y la otra mano envolviendo las piernas. Las uñas de ambas manos estaban completamente dobladas y destrozadas, la boca abierta en un grito final de desesperación y la tapa del ataúd de madera sin barnizar había sido arañada completamente desde dentro.

El poltergeist de Enfield



Poltergeist es una combinación de dos palabras alemanas que significan “espíritu golpeador”, el término es comúnmente utilizado para referirse a los fenómenos de fantasmas, a menudo destructores, que pueden encarnizarse contra un lugar o algunas personas.

Madrugada del 30 de agosto 1977 Enfield, Reino Unido. La señora Harper es llamada por sus hijos Pete (10) y Janet(11), cuando sus camas empezaron a moverse. La noche siguiente sucedió con una silla y tras una serie de inquietantes ruidos, un pesado baúl se mueve de su sitio. La señora Harper llama a algunos vecinos para registrar la casa y estos también oyen los ruidos misteriosos. Por lo que llaman a la policía, en su informe detallan una serie de fenómenos paranormales asombrosos.



Durante los siguientes días los muebles que se mueven, los juguetes vuelan y si poder encontrar ayuda, Harper acude al Daily Mirrorstos envían un equipo que durante su estancia viendo la seriedad del caso, contactaron a Maurice Grosse, miembro de la SPR (sociedad para la investigación Psíquica).



Una semana después, Grosse y sus acompañantes vieron una silla levitar en el cuarto de Janet mientras dormí, incluso tomaron una fotografía. En ese mismo momento, pudieron ver como las puertas de los armarios se abrían y un juguete volaba por los aires. Dos días después, el caso llegó a la primera página del periódico y Grosse , junto a la señora Harper participaron en un programa de televisión.

Los fenómenos continuaron, había interferencias en los sistemas eléctricos, objetos que aparecían y desaparecían, las grabaciones y equipo eras dañado. Charcos de agua aparecían sin motivo alguno, los muebles eran lanzados escaleras abajo, los cajones salían disparados… de vez en cuando, brotaba fuego que se extinguían sin dejar marca alguna de quemaduras. En una ocasión, Janet aseguró que la cortina cercana a su cama intentó estrangularla, su madre fue testigo. Incluso sucedieron casos de levitación humana. Janet aseguraba haber sido tomada y arrojada al aire por una entidad invisible (esto está atestiguado por los vecinos). La actividad paranormal había comenzado a tornarse peligrosa una rejilla de la chimenea cayó sobre la almohada de Jimmy, muy cerca de su cabeza; un radiador de gas fue arrancado de un muro.

En diciembre, el poltergeist se manifiesta con silbidos y ladridos, además de uno de los fenómenos que más sorprendió a los investigadores fue una voz extraordinaria, áspera y masculina que salía de la garganta de Janet, la voz decía que pertenecía a varias identidades y hablaba a menudo en lenguaje obsceno. Cuando esto sucedía, la pequeña entraba en trance, tenían que sujetarla fuerte porque adquiría una fuerza muy inusual; una vez tumbó de un solo golpe a un trabajador social, ex -policía muy corpulento. Una de las voces aseguraba pertenecer a un hombre que había muerto en esa casa, decía llamarse Joe Watsony aseguró que había vivido en esa casa por 53 años. Después de esta comunicación las cosas se tornan más graves. Los niños veían siluetas y sombras en la casa. E incluso delante de numerosos testigos, la entidad persigue a Janet con un cuchillo que flota en el aire. Los lugares comienzan a oler mal, dos incendios se inician en cajones, mueren los peces de la pecera y mensajes obscenos aparecen en las paredes.

Una noche que se encontraba en muy mal estado, un médico le administró 10 milígramos de Valium, a los cuarenta minutos se escuchó una fuerte ruido. Cuando abrieron la puerta de la habitación de la niña, la encontraron sobre una cómoda completamente dormida. Esto mismo se volvió a repetir aquella noche 3 veces más.

La “Society for Psychical Research” envía esta vez a un equipo de investigadores al lugar, para buscar posibles pruebas que demuestren un fraude. Pero no obtienen nada. Descubren entonces que todo gira alrededor de Janet, pues ella presenta cada vez más signos de “posesiones”.

Continuando en su afán por buscar ayuda llegaron psiquiatras y doctores locales para estudiar a Janet y saber si padecía alguna enfermedad mental, ella pasó seis semanas en Maudsley Hospital en Londres,d urante ese tiempo la actividad poltergeist de la casa cesó completamente. En cuanto regresó, sintiéndose mucho mejor de salud, el fenómeno llegó a su fin.

EL médium holandés de nombre Gmeling-Meyling afirma que todo acabó después de haber realizado, según él, una intervención sobre el “plano astral”. Hacia abril de 1979