La esfera de Betz es un artefacto esférico de metal que fue descubierto por los miembros de la familia Betz en el año de 1974. El objeto, cuya forma es la de una esfera perfecta, rápidamente se convirtió en objetivo de las más variadas discusiones y controversias. La historia de esta misteriosa esfera metálica generó gran fascinación entre ufólogos y científicos, pero también atrajo el interés militar.
El descubrimiento de la extraña esfera de Betz.
En mayo de 1974, Terry Mathew Betz, de 21 años y estudiante de medicina, su madre Gerri y su padre Antonie, un ingeniero naval, fueron a inspeccionar los daños provocados en su propiedad por un incendio que se extendió a través de 88 hectáreas del bosque pantanoso Fort George Island, que está situado al este de Jacksonville, Florida.
El día 26 del mismo mes, la familia encontró algo bastante peculiar en la región que había sido presa del fuego. Se encontraron con una esfera metálica pulida de aproximadamente 8 pulgadas de diámetro (alrededor de 20.32 centímetros).
Pese a que estaba en un área que había sido consumida por el fuego, la esfera no presentaba ninguna señal de daños, rasguños o las típicas manchas oscuras que aparecen en los metales cuando son sometidos al fuego. Terry y sus padres empezaron a sospechar que esta esfera podría ser un objeto propiedad de la NASA, o incluso parte de algún satélite soviético (recordemos en 1974 empezaba la guerra fría, y el pueblo estadounidense vivía en constante paranoia por un posible ataque soviético). El trio llegó a considerar la posibilidad de que este objeto fuera el causante del incendio, pero como se mencionó anteriormente, el objeto no presentaba señales de haber estado en contacto con altas temperaturas, pues el metal lucía extrañamente brillante.
Terry y sus padres terminaron llevándose la esfera a casa. El objeto encontró como destino la habitación del joven estudiante, y se quedó allí aproximadamente durante dos semanas, hasta que algo muy curioso sucedió. Terry se encontraba acompañado de su amiga Theresa Fraser haciendo improvisaciones con la guitarra, hecho que terminó provocando algunas reacciones en la extraña esfera metálica que Terry y sus padres habían encontrado en el bosque semanas antes. El objeto comenzó a “vibrar” y a emitir un sonido pulsante, en respuesta al sonido emitido por la guitarra, siempre que algunos acordes específicos eran tocados.
Días más tarde los miembros de la familia Betz comenzaron a notar otros sucesos extraños relacionados con la esfera. Descubrieron que cuando rodaban la esfera en el suelo, podía modificar su trayectoria a voluntad para después retornar al punto de partida. Los Betz afirmaron que en cierta ocasión el objeto había permanecido alrededor de 12 minutos en movimiento, hasta que finalmente regresó al punto de origen. La esfera también parecía sensible a las condiciones climatológicas, dado que estas peculiaridades se hacían más notorias en los días de mucho sol, como si el instrumento recibiera de esta fuente su energía. Aunque claramente se veía influenciada por la luz solar, la esfera no mostraba alteración alguna cuando era expuesta a la luz solar o a los rayos infrarrojos.
El globo metálico parecía emitir una vibración de baja frecuencia en determinados momentos, como si un motor estuviera operando al interior del objeto. Otro dato intrigante era que había una pequeña mancha triangular en la esfera. Esta mancha representaba la región magnética del objeto.
Motivado por los extraños descubrimientos hechos en relación con el artefacto de metal, Terry comenzó a realizar varios experimentos caseros. Cuando el objeto entraba en contacto con otro objeto metálico, un martillo por ejemplo, la esfera parecía vibrar como una campana.
La extraña capacidad de la esfera para moverse como si tuviera voluntad propia, terminó preocupando a los Betz, tanto, que guardaban la esfera en un saco cerrado durante la noche, pues creían que el objeto esférico simplemente podía “escapar”.
Finalmente los Bets decidieron hacer público su hallazgo, tal vez así pudieran descubrir qué diablos era aquel artefacto.
Los medios se ensañan con el descubrimiento.
El periódico local de Jacksonville quedó intrigado con la historia, tanto, que se vieron obligados a enviar a un experimentado fotógrafo al lugar, Lon Enger, para obtener algunas imágenes. El escéptico Enger aceptó respetuosamente el trabajo, pero secretamente pensaba que se trataba de la típica familia loca que quería obtener algo de fama. Cuando Enger llegó a la vivienda de los Betz, fue recibido ansiosamente por Gerri que no perdió el tiempo y le presentó la esfera. Enger describió el episodio el día 12 de junio de 1974, en la edición diaria del periódico St. Petersburg Times: “Desconfiaba de este tipo de cosas. Cuando llegué hasta allí, la Sra. Betz dijo: ‘no lo creerás si no lo ves’”. Fue entonces que la matriarca de la familia indicó al, aún dudoso fotógrafo, a dar un pequeño empujón a la esfera en el suelo. Así los hizo Enger, y para él nada fuera de lo común sucedió pues la esfera simplemente se detuvo cuando terminó la fuerza del impulso que había dado al inicio. Sin embargo, tras una pausa, la esfera retrocedió y se dirigió a la izquierda unos ocho metros, hizo un gran arco y luego retornó a los pies del fotógrafo. Enger examinó la esfera de metal con atención y, como la familia Betz hizo antes que él, le fue imposible encontrar marcas o señal alguna de un fabricante en la superficie, apenas un símbolo triangular estampando en la superficie. Así fue que el fotógrafo reprodujo la historia a su editor, el periódico no perdió el tiempo y publicó el informe, y en el transcurso de cinco días el caso de los Betz estalló en los medios de diversas partes del mundo.
Reporteros de prestigiadas publicaciones como el New York Times, viajaron desde lugares distantes para ver con sus propios ojos esta misteriosa esfera, pero no solo despertó curiosidad entre la prensa. Las comunidades científicas y militares también solicitaron analizar el extraño objeto. Representantes del ejército de los Estados Unidos y de la NASA, se pusieron en contacto con la familia Betz, así como investigadores ufólogos. Los visitantes acudían escépticos, pero casi invariablemente salían perplejos por las inesperadas habilidades de la esfera. Un vocero de la Marina de los Estados Unidos llegó al punto de admitir en televisión que era incapaz de explicar su origen. En un comunicado oficial proporcionado a la prensa por la Marina, se declaró públicamente que la esfera no era propiedad del gobierno estadounidense. La familia, que intencionalmente había elegido un lugar aislado para vivir, se convirtió en un objetivo para la prensa que no los dejaron en paz.
Las primeras investigaciones científicas.
En el auge del frenesí mediático, el renombrado astrónomo Dr. J. Allen Hynek, solicitó a la familia Betz que le enviaran la esfera a su oficina en la Universidad Northwestern en Chicago para que pudiera inspeccionarla personalmente, pero Gerri se rehusó pues creyó que un objeto de este tipo podía ser confiscado o extraviado. Para disgusto de decenas de científicos y curiosos, la esfera permaneció en la casa de la familia Betz. El objeto se mantuvo en la propiedad de los Betz hasta que algunos eventos nuevos comenzaron a suceder, y a asustar a los dueños de la esfera.
Gerri Betz informó que ella y su familia comenzaron a escuchar música de un órgano a mitad de la anoche, aunque nunca hubo tal instrumento en casa. Como si eso no fuera lo suficientemente aterrador, las puertas comenzaron a abrir y cerrarse, aparentemente por voluntad propia, a cualquier hora del día y de la noche. Antonie y Gerri hasta entonces decidieron que era hora de llegar al fondo de este misterio. Tras una serie de perturbaciones nocturnas aterradoras, la familia Betz finalmente dejó la esfera a los científicos de la Estación Aérea Naval de Jacksonville. Los esfuerzos iniciales de los metalúrgicos de la Marina resultaron completos callejones sin salida, pues sus máquinas no eran lo suficientemente potentes como para penetrar el objeto. Chris Berninger, el portavoz de la Marina, informó lo siguiente: “nuestros primeros intento de rayos-x nos conducen a ninguna parte. Emplearemos una máquina más poderosa sobre la esfera y también ejecutaremos una espectrografía para determinar de qué metal está hecha”. Eventualmente los científicos de la estación fueron capaces de determinar cuál era el tamaño exacto de la esfera y el peso, 9 kg. También concluyeron que el recubrimiento tenía aproximadamente un centímetro de grosor, lo que según el informe, significaba que podía resistir una presión de 120,000 libras por pulgada cuadrada. También descubrieron que la esfera estaba constituida por un metal inoxidable ferroso, específicamente magnético. Un poderoso equipo de rayos-x revelódos objetos redondos dentro de la esfera rodeados por un “halo”, hecho de un material con una densidad poco común. También observaron que la esfera tenía cuatro polos magnéticos diferentes, dos positivos y dos negativos, que eran concéntricos. La Marina también concluyó que, aunque la esfera fuera intensamente magnética, no mostraba señales de radioactividad y no parecía ser un explosivo. Los científicos de la Marina querían partir el objeto para echar un vistazo a profundidad, pero Gerri Betz no aceptó que se hiciera esto temiendo que la esfera pudiera ser destruida, y como no pertenecía al gobierno, solicitó que la devolvieran. La Marina cumplió su promesa y la devolvió, pero muchas preguntas quedaron sin respuesta. En este punto la familia Betz comenzó a considerar seriamente la posibilidad de que estaban en posesión de “tecnología extraterrestre” auténtica, o un dispositivo de “escucha extraterrestre” como algunos de sus vecinos lo apodaron.
Omega Minus One Institute
El 13 de julio de 1974, el Dr. Carl Willson –representante de una empresa de investigación en Louisiana conocida como Omega Minus One Institute, en Baton Rouge – examinó la esfera durante más de seis horas y descubrió que el campo magnético a su alrededor emitía ondas de radio. Willson dijo que la cubierta de metal de la esfera, cuando era comparada con el acero inoxidable, contenía un elemento desconocido que lo hacía un poco diferente. Y aparentemente él también fue testigo de las propiedades de la esfera para impulsarse a través de superficies y repentinamente cambiar de dirección. Una de las teorías postuladas era que podría ser una sonda extraterrestre damnificada o incluso algún tipo de dispositivo anti gravitacional. Al final, los resultados del Omega Minus One Institute sobre la identidad de la misteriosa esfera fueron tan concluyentes como los de la Marina, y la familia Betz nuevamente se quedó sin develar el misterio. Ese mismo año de 1974, enviaron la esfera a un gran evento de investigación ufológica, que contaría con la presencia de conocido personajes en el ámbito. Terry fue designado como mensajero personal del objeto y fue enviado a Nueva Orleans con la esfera. Entonces, la esfera se convirtió en el centro de atención nuevamente, y la sometieron a otra serie de pruebas. Concluyeron todo lo que se había dicho con anterioridad, incluido el hecho de que el artefacto funcionaba como un transmisor de audio. A pesar de no saber el origen del objeto y ni lo que era, no pudieron afirmar que fuera extraterrestre. El Dr. James Albert Harder, profesor de ingeniería civil e hidráulica de la Universidad de California en Berkeley, quedó cada vez más intrigado con los reportes respecto a la esfera de Betz, y se fascinó con la oportunidad de examinar el objeto con sus propias manos. Los Betz permitieron que analizara el artefacto y los resultados fueron desconcertantes.
Una revelación atemorizante.
En un anuncio hecho en el Congreso Internacional de Ufología, en Chicago, el 24 de agosto de 1974, el Dr. James Albert presentó conclusiones verdaderamente sorprendentes, y totalmente terribles, en relación con la esfera de Betz. Informó que basado en los estudios de rayos-x, las dos esferas internas estaban hechas de un elemento mucho más pesado que cualquier cosa conocida por la ciencia. “Si alguien intentara dividir la esfera, podría explorar como una bomba atómica” afirmó el hombre.
La familia Betz mostró su preocupación, pero continuaron con la posesión del objeto. A partir de esa época las historias sobre la esfera parecen haber desaparecido sin dejar rastro. Justamente en el momento en que el caso dio un giro fascinante, por no decir terriblemente peligroso.
Conforme pasa el tiempo, dos preguntas básicas siguen sin respuestas: ¿Qué demonios era eso? ¿Acaso era uno de los famosos “foo fighters” de la Segunda Guerrra Mundial? Otro misterio es lo que sucedió con la esfera, pues tras el informe del Dr. Harding, el tema simplemente desapareció de los medios.