domingo, 6 de diciembre de 2015

Pongámonos asquerosos, Miasis

Un gusano que se alimenta de carne viva humana, y en ocasiones de la carne de cadáveres. Todo comienza con una diminuta herida, puede ser tan pequeña como una mordida de garrapata, pero no importa, es todo lo que laCochliomyia hominivorax necesita para colocar algunos huevos. Con “algunos” me refiero a cerca de 500 huevecillos.


Una vez allí se sienten calientes y confortables entre la carne, tanto, que empiezan a alimentarse. Si nadie los incomoda, van cavando hasta que ven la luz del día – del otro lado. Pero si alguien llega a incomodarlos, parecen ir más a prisa.

Y si la mosca no encuentra ninguna herida en la cual depositar los huevos, no importa, siempre tiene un plan B atacando los ojos, boca, nariz y oídos. Sí, los oídos. De hecho la miasis auricular no es algo de lo que haya que preocuparse, sólo significa que los gusanos están comiendo tu oreja, y que se detendrán hasta que alcancen el otro lado, comiendo tu cerebro en el camino. Quizá por eso le hayan dado el nombre de gusano barrenador.

Resumiendo: Sí, ¡te están comiendo vivo!

Se denomina miasis a la enfermedad causada por la invasión del tejido cutáneo por las larvas de moscas, que afectan a diversas especies animales, entre ellas los humanos. Dependiendo de la biología de la mosca que causa esta afección, esta puede ser de dos tipos:

En el primero las larvas invaden los tejidos no necrosados y los tejidos vivos íntegros, desarrollándose a través de estos. Este parasitismo puede comprometer la salud del individuo afectado. Entre este grupo de encuentran insectos como la Callitroga americana y la Oestrus ovis.


En el segundo tipo las larvas invaden únicamente los tejidos que ya fueron afectados anteriormente o que están necrosados, nutriéndose exclusivamente de tejido muerto. Algunas de estas terminan siendo útiles, pues limpian las heridas del sitio con necrosis. En este grupo podemos encontrar a la mosca perteneciente al géneroLucilia, que ya ha sido utilizada con anterioridad en terapias. Es muy difícil que los insectos pertenecientes a este grupo inicien la miasis.

La miasis puede ser de dos tipos: cutáneo o de cavidad. La primera son las denominados miasis furunculosas, causadas por la especie de mosca Dermatobia hominis y por la Callitroga americana; estas lesiones se asemejan a los furúnculos. El segundo tipo se subdivide en según la región de las heridas que pueden provocarse en la nariz, el oído, los ojos, la vejiga y los intestinos.

Cuando la miasis es cutánea, se trata aplicando soluciones activas contra los parásitos y que al mismo tiempo, no comprometan la salud del huésped. El objetivo de este tratamiento es que las larvas mueran, o sean expulsadas por las heridas. En seguida se pueden aplicar antisépticos o antibióticos tópicos, además de proteger la herida abierta contra una nueva exposición a las moscas. Cuando la miasis es de cavidad, el tratamiento dependerá de la cavidad parasitada.

La extracción del gusano puede hacerse de varias formas, entre ellas la asfixia del parásito, cortándole el acceso de oxígeno y después hacer una remoción quirúrgica. El gusano debe estar muerto antes de ser removido.





El experimento más polémico de la psicología. El caso de David Reimer

Una historia digna de los clásicos de terror del cine. Sin embargo, sucedió en realidad, en un experimento considerado como “el más cruel en la historia de la psicología”. Se trata de la historia del canadiense David Reimer, que fue castrado de forma accidental cuando apenas tenía 8 meses de edad para después tener que pasar por un tratamiento experimental para una reasignación de género que implicaba la remoción de sus testículos y la creación de un conducto vaginal.



Los gemelos idénticos David y Brian Reimer llegaron al mundo en 1965 en la ciudad de Winnipeg, Canadá. En Canadá, de la misma forma que en su país vecino, la circuncisión es una práctica bastante regular, los padres de David y Brian decidieron, por recomendación médica, someter a sus pequeños a la operación. Hasta ahí todo iba perfecto, pero el cirujano no pudo presentarse a la operación de David y el procedimiento fue llevado a cabo por su asistente. De forma inaudita, se suscitó una falla con el cauterizador eléctrico, un hecho que dejó el miembro de David totalmente chamuscado. Posteriormente el órgano pasó a un estado necrótico, pudriéndose en pocos días para finalmente desprenderse del cuerpo del pequeño.


El desarrollo de la cirugía de reconstrucción genital se encontraba en una fase muy prematura, lo que le auguraba pocas opciones al pequeño David. No obstante, sus padres se enteraron de la existencia de un médico en Baltimore, Estados Unidos cuya teoría defendía la inexistencia de una sexualidad innata, por consiguiente era posible cambiar la sexualidad del niño a través de una terapia de reorientación. John Money era un sexólogo con buena reputación, cuyas ideas sobre la superioridad de la influencia ambiental con respecto a la biológica le habían valido el reconocimiento dentro de los círculos ambientalistas de estudio de la Psicología. Money estaba convencido de que la educación determinaba la conducta de las personas.

Cuando los padres de David decidieron solicitar un consejo a Money, este vio una oportunidad inigualable en el caso, ya que tendría a su disposición un voluntario para análisis y experimentos, David, y otro voluntario perfecto pare el control, Brian, con el que compararía las diferencias que surgirían según la educación recibida, pues estaba claro que a un nivel genético David y Brian eran prácticamente idénticos.


John Money

Money le aconsejó a la familia Reimer que David debía ser sometido a una operación de construcción de un conducto vaginal artificial, y que debía recibir una educación según su nuevo género: es decir, la educación que recibiría cualquier niña. A partir de aquí el pobre David pasó a ser llamado Brenda. Así, los preceptos que tenían que cumplir los padres eran muy sencillos: bastaba con tratar a Brenda como si fuera una niña y nunca mencionarle el asunto de su sexualidad artificial.

Los padres no tuvieron mejor idea que aceptar y ejecutar el plan. Sin embargo, Brenda odiaba los juguetes para niña como las muñecas, y acostumbraba a arrancarse y rasgar todos los vestidos. El temor de los padres era que algún día Brenda se diera cuenta de su verdadera sexualidad que no hacía nada más que aumentar, pero los problemas apenas y estaban comenzando. Conforme Brenda crecía, los efectos hormonales comenzaron a hacerse visibles, pese a su tratamiento de feminización con estrógenos. Así, comenzó a desarrollar una musculatura y estatura poco femeninas. Según cuenta su hermano Brian, el único rasgo distintivo entre ambos era la larga cabellera de Brenda, y partiendo de la inconsciencia de los niños, ya podemos imaginar la crueldad y el ridículo con que Brenda era tratada durante su etapa de estudiante.


David y Brian Reimer

Frecuentemente, los hermanos asistían a consulta con John Money para que su desarrollo fuera supervisado. Según relataron ambos hermanos tiempo después, la terapia del doctor Money tuvo consecuencias perturbadoras para ambos. En su biografía, David Reimer narra cómo el médico les mostraba imágenes de índole sexual, que eran, según Money, necesarias para reorientar su sexualidad. Uno de los episodios más estremecedores de las terapias, según lo relatado por David, sucedía cuando el Dr. Money les obligaba a despojarse de sus ropas contra la voluntad de los pequeños, y obligaba a Brenda a permanecer de rodillas mientras Brian realizaba movimientos y toques pseudo-sexuales contra el trasero de su hermana, en una escena que denominaban ensayo sexual. Brian nunca logró superar aquellos años. Sin embargo, el médico siempre negó estas prácticas.




Durante varios años, el Dr. Money se refirió al desarrollo de los Reimer como el caso “John / Johana”, describiéndolo como un caso exitoso del desarrollo del género femenino, y valiéndose de este supuesto triunfo para apoyar la viabilidad del cambio de sexo y de reconstrucción quirúrgica, aun en los casos de no intersexualidad.

La experiencia de los niños en sus visitas al Dr. Money era traumática, en lugar de terapéutica, y cuando él comenzó a presionar a los padres para que finalmente hicieran la cirugía de construcción de una vagina en Brenda, la familia decidió interrumpir las visitas de supervisión. Desde los 22 meses de vida y hasta sus primeros años como adolescente, David orinó a través de un orificio que los cirujanos hicieron en su abdomen.

Brenda fue creciendo y su vida deteriorándose progresivamente. Se negaba a tomar estrógenos y sus intentos de suicidio se convirtieron en un serio problema. Cuando el Dr. Money fue alejado de la familia su padre finalmente decidió contarle toda la verdad de su historia. Después de escuchar el relato, Brenda volvió a cambiar de sexo, se convirtió, de forma oficial, en un hombre nuevo, se inyectó testosterona, se realizó una mastectomía doble y dos operaciones de faloplastía.



David incluso se casó años después con una mujer llamada Jane Fontaine y se convirtió en padrastro de tres hijos, pero poco tiempo después su historia se hizo pública, y terminó por perder su empleo y a su mujer. Poco años después, su hermano Brian se suicidó con una sobredosis de antidepresivos, según los informes, debido a una profunda culpabilidad que sentía por haber salido bien en la operación de circuncisión, y por los años de frustración viendo el sufrimiento de su hermano.

David tuvo una vida infeliz y miserable y no tenía por qué haber sido víctima de un sexólogo oportunista y demente. Si hay algo que podemos aprender de esta historia, es que el determinismo siempre debe ser cuestionable. Somos el resultado de un cúmulo de combinaciones, circunstancias y coincidencias que terminan por dar forma a nuestra manera de ser, y esta forma de ser no debe ser nunca un escenario donde personas ajenas se adjudiquen méritos o virtudes.



La mañana del 5 de mayo de 2004, David se detuvo en el estacionamiento de un supermercado y cometió suicidio dándose un tiro en la cabeza con una escopeta recortada. Tenía tan sólo 38 años de edad.

Parásitos diabólicos

Aunque no tengas nada en contra de los bichos asquerosos como las larvas y similares, con toda la certeza no debe agradarte mucho la idea de tener el cuerpo invadido por parásitos, ¿o me equivoco? Pues existen muchos de estos monstruos en la naturaleza, y algunos de ellos, a pesar de ser diminutos, son totalmente diabólicos.


Se trata de animales perspicaces que se valen de las estrategias más extravagantes para sobrevivir, incluso si eso significa destruir todo lo que se cruce en su camino, chupar la vida de sus anfitriones o hasta devorarlos lentamente de adentro hacia afuera. Conoce cinco de estos parásitos que no querrás ver ni en pesadillas.



 El devorador de dinosaurios.



Un famoso tiranosaurio apodado Sue – el espécimen más grande, más completo y mejor conservado de su especie encontrado hasta la fecha – pudo haber perecido debido a una infección provocada por un diminuto protozoario. Sue es una de las principales atracciones del Museo Field de Chicago, y presenta una serie de hoyos en la mandíbula que, hasta hace poco, los paleontólogos creían se trataba de hueso cicatrizado ocasionado por combates sangrientos con otros grandes reptiles.

Sin embargo, según un equipo de investigadores, las heridas de Sue fueron provocadas por un protozoario que infectó su boca y garganta. En la actualidad, algunos tipos de ave sirven como anfitriones pare este parásito sin sufrir muchas secuelas. Pese a esto, cuando la infección ataca a las aves de rapiña como los halcones y gavilanes, por ejemplo, el protozoario provoca lesiones graves que se parecen mucho a las encontradas en Sue.

En el caso del dinosaurio, los científicos creen que la infección probablemente fue tan grave que Sue – con sus 13 metros de altura y siete toneladas de peso – acabó por morir de hambre.


 Parásito extraterrestre.



Para la mayoría de los parásitos, no resulta interesante que sus anfitriones mueran. A fin de cuenta, estos necesitan seguir alimentándose de ellos, ¿cierto? Bueno, eso si el parásito en cuestión no es una avispa parasitoide, un animal maldito que inspiró la creación del aterrorizante extraterrestre de la película “Alien: el octavo pasajero”.

Estas criaturas desovan en el interior de sus víctimas, y los pequeños hijos van devorando a sus pobres anfitriones desde adentro hacia afuera, mientras los bastardos siguen vivos. Y como si no fuera suficiente, algunas especies de estos parásitos incluso logran controlar la mente de sus presas, haciendo que cambien su comportamiento.

Un ejemplo de esto son las larvas de las avispas de la especie Hymenoepimecis argyraphaga, que además de infectar los cuerpos de las arañas (Plesiometa argyra), las perversas criaturas obligan al animal a fabricar telarañas especiales para proteger a sus capullos.



 Exterminador de machos.



Se trata de un género específico de bacteria – conocida como Wolbachia – que infecta al 70% de los invertebrados del planeta, este astuto agente ha desarrollado un malvado plan para seguir esparciéndose a través de las generaciones. La bacteria encontró la manera de infectar los huevos del “anfitrión” para que el parásito esté presente en las siguientes generaciones de insectos.

Pero la cosa no termia ahí: como los machos son inútiles para la bacteria – después de todo, no tienen hijos –, frecuentemente el parásito provoca la muerte de los embriones masculinos o los transforma en femeninos para aumentar el índice de nacimiento de insectos hembra.

 El chupador de lenguas.





Existe un crustáceo – que como puedes suponer por la imagen de arriba, parece una cucaracha – llamadoCymothoa exígua que no tiene suficiente con devorar la lengua de los peces (Lutjanus guttatus) sino que toma su lugar en la boca de los animales. Para tal efecto, el parásito invade el cuerpo de la víctima a través de las branquias y se instala en la base de la lengua, donde comienza a succionar la sangre.

Esta acción provoca que el órgano eventualmente disminuya drásticamente de tamaño al paso del tiempo, y el crustáceo vampiro permanece firme en el sitio hasta que acaba ocupando el lugar que antes pertenecía a la lengua del pez. Los beneficios son obvios: casa y comida gratis.


 Cuidado con los ojos.



No podíamos terminar esta lista de parásitos diabólicos sin incluir uno que ataca directamente a los humanos. Conozcan a la loa loa, una larva que habita en los bosques y pantanos del oeste africanos. La transmisión ocurre mediante la picadura de las moscas – de la familia Tabanidae –, una vez que la mosca pica a un ser humano, estos demonios pasan a circular sobre la piel de las víctimas, alimentándose de los tejidos y fluidos de sus anfitriones.

Y las larvas son bastante complicadas: durante el día permaneces en el torrente sanguíneo de las víctimas de forma que les resulte más fácil infectar a otras moscas que, a su vez, continuaran infectando a más personas con los loa loa. Pero la cosa no termina ahí… durante la noche, las larvas se instalan en los pulmones de los anfitriones e, ocasionalmente, migran hasta los ojos, resultando en una experiencia muy dolorosa.

Mitos sobre el suicidio

El suicidio es una de las principales causas de muerte en el mundo entero. Sus secretos y prejuicios oscurecen las causas y pueden, incluso, llevar a anular su prevención.


“El suicido es un grave problema de salud pública que recibe poca atención por parte de la sociedad, simplemente porqué las personas no quieren hablar de eso”, asegura el Dr. Adam Kaplin, un psiquiatra y neurólogo que imparte cátedra en la Universidad Johns Hopkins, en los Estados Unidos.

Tomando en cuenta la implicación brutal que esta problemática tiene a nivel social y familiar, aquí te presentamos algunos de los principales mitos sobre el suicido y la verdad detrás de ellos.


 El suicidio es más frecuente en vacaciones.

Dada la situación de agitación y estrés que las personas sienten por la llegada de las vacaciones (la entrega de trabajos finales, exámenes, etc.), tal vez sea natural que el mito de que los suicidios se incrementan durante los meses de invierno persista. En realidad, el suicidio no muestra ningún patrón estacional.

Pero los picos, cuando llegan ocurrir, generalmente se presentan en la primavera. Este patrón de estación primaveral se remonta hacia finales de los años 1800, según un estudio de las tasas de suicido en todo el mundo publicado por la revista Social Science & Medicine en 1995.

El estudio reveló que en el hemisferio norte, los indicies de suicidio se incrementaban durante mayo. Este efecto era especialmente visible en los países agrícolas y de climas templados, donde las diferencias entre estaciones son más pronunciadas.

Los investigadores no saben a ciencia cierta porqué se observan este tipo de patrones, pero la teoría principal dice que la vida social se torna más intensa en los meses calurosos, colocando detonadores de estrés extras en personas que luchan contra su salud mental.


 Abordar el tema del suicidio siembra la idea en la mente de las personas.

Cuando las personas están deprimidas, sus seres queridos pueden tener miedo de preguntar si están teniendo algún tipo de pensamiento suicida, suponiendo que instalarán esa idea en la mente de la persona. Pero según los especialistas, ese no es el caso.

En realidad, los profesionales de la salud mental argumentan que, si se está preocupado por alguien, la mejor cosa que se puede hacer es hablar con esa persona de forma abierta. Preguntar a alguien si está teniendo pensamientos suicidas no va a colocar la idea en la cabeza de esa persona.

Al contrario, puede ayudar a romper la tensión y el silencio que alimenta al comportamiento suicida. Y, lo mejor de todo, hablar ayuda a que la persona solicite ayuda. Sin embargo, al hablar con una persona sobre el suicidio, no se debe tratar de convencer a la persona de que no lo haga, informa la Fundación Estadounidense para la Prevención del Suicidio (AFSP).

Frases como: “Tienes tanto por lo que vivir”, pueden llevar a alguien a las garras de los pensamientos suicidas. La compasión y la empatía son fundamentales. La AFSP aconseja utilizar palabras como: “las cosas deben estar realmente mal para que te sientan así”.

De la misma forma, se debe procurar nunca dejar a una persona suicida a solas y asegurarse de que no tenga acceso a medio letales, como las armas de fuego.



 Los que hablan de suicidio sólo buscan llamar la atención.

Un mito común sostiene que las personas que hablan sobre pensamientos suicidas o las que se autoinflingen lesiones, sólo buscan llamar la atención, mientras que los que nunca dicen nada son los únicos que realmente comenten el acto. Eso no es verdad.

Hablar sobre morir o lesionarse a uno mismo es uno de los principales signos de alerta de un intento de suicidio, según informa la AFSP. No todas las personas que intentan suicidarse mostrarán estas señales, claro, pero no sólo porque alguien esté hablando de suicidio no significa que no lo va a hacer.

Si alguien afirma querer morir o cometer suicidio, o investiga maneras de matarse, lo mejor es informar a los familiares y amigos más próximos, y no dejar que esa persona se quede sola.


 La mayoría de las personas deja una carta.

Cuando escuchamos hablar de alguien que cometió suicidio, una cuestión casi automática que se nos viene a la mente es: “¿Dejaría una carta?” La idea de que la carta escrita es parte fundamental del proceso de suicidio puede tener sentido para la mente del no suicida, afirma el psicólogo Thomas Joiner, de la Universidad Estatal de la Florida.

Pero, en realidad, los estudios indican que el porcentaje de suicidas que dejan notas se sitúa entre 0 y 40%. “El hecho de que la mayoría nunca dejan notas”, afirma Joiner. “Creo que la razón de esto es que se encuentran en un estado de ánimo muy alienado, hartos de los demás, por lo que no están dispuestos a comunicarse”, finaliza.


 El suicidio es inevitable.

La idea de que el suicidio es inevitable es, tal vez, el mito más perjudicial de todos. Muchas personas creen que una persona suicida, invariablemente encontrará alguna manera de morir, sin importar lo que se haga – dicho argumento es utilizado por las personas que se oponen a la instalación de barreras anti suicidio en el puente Golden Gate, por ejemplo.

El verdad, más del 90% de las personas que cometen suicidio tienen problemas de salud mental perfectamente diagnosticables. Pero el acto en sí es, muchas veces, la respuesta de una persona estresada y perturbada en una crisis momentánea.

Un estudio publicado en 2001 en la revista Suicide and Life-Threatening Behavior reveló que entre 153 casos de suicidios casi concluidos, el 24% de las personas intentaron matarse apenas 5 minutos después de decidir que cometerían suicidio. Un setenta por ciento hizo el intento una hora después de su decisión.

Además, el 90% de las personas que intentan suicidarse y sobreviven (incluso por métodos altamente letales, como las armas de fuego) no morirán de suicidio, sugiere un artículo publicado por el The New England Journal of Medicine en 2008.

Es por eso que los especialistas en salud mental aconsejan la erradicación de las oportunidades y medios a las personas con tendencias suicidad – una vez que la crisis pasa, la persona puede ser tratada con determinado éxito dependiendo del trastorno mental subyacente.

Como el sobreviviente Ken Baldwin dijo a la revista New Yorker en 2003, respecto a su intento de quitarse la vida lanzándose desde el Golden Gate, donde el arrepentimiento fue inmediato: “inmediatamente me di cuenta de que todo lo que pensaba no tenía solución en mi vida, era perfectamente solucionable – a excepción del salto.”