Fundada hace más de 100 años y mantenida en secreto hasta nuestros días, la Sociedad Vril es una de las sociedades de ocultismo más siniestras de la Historia. Según la leyenda, los miembros originales creían que podían vivir bajo tierra, o volar hasta las estrellas utilizando el poder de una misteriosa sustancia conocida como “Vril”, estaban seguros de que algún día dominaría el mundo, y créanme, estuvieron muy cerca de lograrlo.
Esta peculiar secta se encontraba al interior del Partido Nacional Socialista, mejor conocido como “Partido Nazi”, y de la misma forma que muchas sociedades secretas, aún quedan reminiscencias hasta nuestros días. Las leyendas que involucran a las sociedades secretas son aterradoras, pero en ocasiones la realidad se sobrepone a la leyenda.
Siempre han abundado las sociedades secretas a lo largo historia, algunas hechas para hacer el bien, otras no tanto, y en el particular caso de la Sociedad Vril, la verdad es perturbadora, pues no se trataba de un grupo con buenas intenciones. Instituida antes de la Segunda Guerra Mundial, la sociedad Vril se mantiene hasta nuestros días como una de las sociedades alemanas más misteriosas, entre sus miembros, obviamente se encontraban hombres de la cúpula del partido nazi, por mencionar algunos: Hermann Goering y Heinrich Himmler, e incluso el mismo Adolfo Hitler.
El objetivo de esta sociedad, en resumen, era garantizar y confirmar la supremacía de la raza aria, pero mucho antes de que los nazis llegaran a existir, los ocultistas Vril ya trabajaban en completo secreto haciendo cualquier cosa para garantizar el poderío ario. Esta oscura sociedad llevaba a cabo desde asesinatos políticos, evocación de espíritus, orgías sexuales y hasta siniestros sacrificios humanos. Estas prácticas tan extrañas de la Sociedad Vril tuvieron su auge a finales de la Primera Guerra Mundial, en Baviera, donde varios hijos ilegítimos y huérfanos se refugiaron procedentes de lugares devastados por la guerra, eligieron a estos niños porqué su desaparición pasaría inadvertida. La creencia dice que el Vril proveniente de un niño es más concentrado y poderoso que de cualquier otra fuente, los niños eran vistos como portales entre el mundo astral y el mundo material en una forma que los adultos no podían serlo, por lo tanto, serían ideales como víctimas del sacrificio humano.
La energía Vril
La energía Vrill era eminentemente poderosa y ofrecía a sus seguidores varias capacidades; la capacidad de curar o herir a la gente, levantar objetos y, finalmente pero no menos importante, la elevación de ellos mismos a otra dimensión de nivel superior.
Dicha energía Vrill era alcanzada a través de la meditación, orgías sexuales, y hasta por el sacrificio de infantes. Se consideraban seres superiores capaces de llevar a cabo actos inimaginables y todo sucedía bajo tierra. Cuando este supuesto poder llegó a los oídos nazis, se apoderaron del concepto de la secta y siguieron sus prácticas.
Origen de la creencia en el Vril
Este curioso concepto “Vril” fue acuñado de un libro de ciencia ficción de 1871, era un libro llamado “The Coming Race” (La Raza del Futuro), escrito por Edward Bulwer Lytton. En este libro, Lytton describe una raza llamada “Vrilia“, que tendría, según el autor, el dominio completo de la fuerza Vril.
No se trataba más que de ciencia ficción, pero se hizo de adeptos, ya que la ciencia ficción en esta época de la historia era un fenómeno popular entre las masas, esta rama de la literatura era algo considerado tan único que mucha gente llegó a creer que era realidad. Lytton también indica en su libro que estos seres, los “Vrília”, con el dominio de la fuerza “Vril”, tendrían el poder para hacer casi todo, desde curar enfermedades a destruir a la humanidad en un santiamén. El protagonista de la historia revela que un niño poseedor de la fuerza Vril podría destruir una ciudad entera. El Libro de Lytton, The Coming Race, en muchos aspectos, fue el precursor de al menos algunas de las ideologías que dieron lugar a la “Solución Final“. Estas afirmaciones pueden parecer teorías de mesa de bar, o materia de periódicos sensacionalistas, pero de hecho, la Sociedad Vril se dedicaba conscientemente al servicio del mal, y el impacto que tuvo en los fundadores del Partido Nazi, se extendería a las personas que capitanearían el régimen más cruel del siglo XX.
El nacimiento de la sociedad secreta
Muchas fuentes afirman que la secta nació en 1918, en reuniones secretas próximas a la ciudad bávara de Berchtesgaden, fue por esas fechas cuando se creó la Sociedad Alemana para la Metafísica, más tarde conocida como sociedad Vril.
Originalmente fue creada por dos hombres, siendo uno de estos fundadores el hijo de un maquinista, alguien llamado Adam Alfred Rudolf Glauer, que más tarde sería conocido como Rudolf Von Sebottendorf, aunque de origen humilde, Adam era muy activo en los círculos ocultistas, también era masón y alquimista, y había fundado una secta anterior, la Sociedad Thule, donde la energía Vril también era adorada, Hitler estuvo entre sus miembros.
Otro nombre a quien se le atribuye la fundación de la sociedad Vril fue el de Dietrich Eckhart, un adicto a la morfina dotado con un poder de persuasión hipnótico antisemita. Eckhart era el amigo más íntimo de Hitler entre los años 1918 a 1923, cuando falleció. Él creía que estaba preparando el terreno para el futuro salvador de Alemania, era aclamado por algunos como un genio y por otros tantos como un loco, pasó gran parte de su vida dentro y fuera de los hospitales psiquiátricos a lo largo de toda Alemania, estaba tan obsesionado con el poder que se autodenominaban ‘Profeta Juan Bautista “, en alusión al profeta bíblico que allanó el camino para el verdadero mesías.
Miembros principales.
Eckhart fue también una de las principales mentes tras la creación del Partido Nazi, vio a Hitler como un mesías, un hombre santo que salvaría al pueblo alemán. Hizo más énfasis en su teoría de “Mesías alemán” luego de consultar a una médium que afirmo que “cuando estaba en trance vio una aparición que tomo forma luego de salir de su vagina y que le expresó algo, mencionó el nombre de Adolfo Hitler“. Misteriosamente, en apenas dos años, este grupo de nacionalistas alemanes se convertiría en la “Elite”, la cúpula del Partido Nacional Socialista, y muchos de sus líderes eran miembros de la sociedad Vril, tales como:
Herman Goering: Comandante de la Luftwaffe, que en sus alucinaciones creía que Jesús no era judío, sino “ario”.
Rudolf Hess: representante de Hitler ante el partido nazi, este por su cuenta, creía en todo, incluso en que dormir con imanes bajo la cama alejaría las emociones nocivas.
Martin Bormann: Jefe de la Cancillería del Partido Nazi, declaradamente satanista, Bormann era inflexible sobre su voluntad de exterminar el cristianismo y el judaísmo, decía que veía al cristianismo como una “perversión judía”.
Y por último pero no menos importante Adolfo Hitler: Tal vez el más malvado de todos los anteriores, pues utilizó a la sociedad para atender sus objetivos personales, Hitler aprovechó el momento de frenesí que vivía el ocultismo de aquella época, manipulando a los locos miembros de esta sociedad a su modo, ninguno de los miembros le llegaba siquiera a los talones en crueldad, y por qué no, en inteligencia.
Para Hitler, la Sociedad Vril y todo el ocultismo de la época eran apenas un medio para llegar a la cima, pero Hitler tenía sus propias creencias ocultistas. Muchos creen que su primer contacto con lo oculto pasó mucho tiempo antes de la Primera Guerra Mundial, en Viena (Austria), cuando coincidió con un extraño hombre llamado Jörg Lanz von Liebenfels, obsesionado con el ocultismo Ariano, y frecuentador de la ciudad de Carnuntum, donde los alemanes derrotaron a los romanos en el siglo I.
Jörg Lanz von Liebenfels
Liebenfels publicaba una revista llamada Ostara, donde hablaba de sus ideas para una nueva religión llamada Ariosofía, llena de divagaciones sobre la raza y con un idealismo bastante ocultista. Hitler era un ávido lector de estas publicaciones en las que Liebenfels argumentaba que Judios debían ser asesinados, simplemente porque eran judíos. Con estas ideas madurando en su mente, Hitler se acercó a la sociedad Vril, al partido nazi y a la Solución Final.
La influencia de la Sociedad Vril en la historia moderna fue de proporciones gigantescas, desde 1888 hasta 1920, cientos de sociedades secretas fueron creadas y transformadas, generando subgrupos aún más secretos, algunos peligrosamente nacionalistas, como el de la “Mano Negra”. A quien se le atribuyó el asesinato del archiduque austriaco Francisco Fernando en 1914, desencadenando de forma singular la Primera Guerra Mundial.
Madame Helena Blavatsky
Los 30 años que precedieron a la creación de la Sociedad Vril se caracterizaron por la solidaridad racial y el ocultismo, mismo ocultismo que dominaba el pensamiento de casi todas las clases sociales a finales del siglo XIX, dominio atribuido a una gran mística de ese siglo, una mujer llamada Madame Helena Blavatsky. Fundadora de la Sociedad Teosófica en 1875, se convirtió en una referencia en el campo del ocultismo, con su libro, “La Doctrina Secreta“, escrito en 1885, era el primero de su clase que combinaba la ciencia con la religión, e influyó activamente en la creación de varias sectas incluyendo a la Sociedad Vril, principalmente porque Madame Blavatsky había escrito que las personas de “raíz aria” (término que significa “noble”) eran descendientes directos del pueblo de Atlantis.