sábado, 13 de junio de 2015

El Gabinete del Dr.Pústula “ABORTO NEGRO”

Angustias es una joven embarazada de ocho meses, que sufre de malos tratos por parte de su marido, un borracho, pervertido y violento. Un día huye de casa y se ve obligada a abortar en una clínica clandestina de dudosa profesionalidad. No será un camino de rosas para Angustias, que sufrirá las consecuencias de verse sola e indefensa en un mundo lleno de individuos indeseable


El Gabinete del Dr.Pústula “ABORTO NEGRO”

La calle de la Ventanilla ( Madrid )

Son muchas las historias que se escuchan y que tienen la noción de leyendas. Estoy recogiendo algunas de las más interesantes que deambulan por la ciudad. En esta ocasión me voy a centrar en una de las leyendas de Madrid: calle de la Ventanilla. Se trata de una calle que hoy en día a desaparecido, pero que guarda una interesante leyenda.



Tenemos que echar la vista atrás, varios siglos, para encontrarnos con esta leyenda. Estamos en la época en la que los Mentideros de Madrid estaban en plena efervescencia. En aquel entonces, había una joven muchacha llamada Catalina González, una mujer guapa, simpática y alegre, que era conocida en toda la ciudad. Catalina tenía buena fama y era conocida como la Panderetera, por lo bien que se desenvolvía con este instrumento.

Vivía en una pequeña pequeña casa cerca de la actual calle Segovia. En esta casa, Catalina tenía una pequeña ventana, por la que apenas podía asomar su bonita cara. Esta joven, cada vez que podía, se asomaba por la ventanilla, para que todo aquel que pasara por la calle pudiera ver su bello rostro.

Los hombres hacían cola para ver la cara de la hermosa joven, y sus mujeres les arengaban cuando llegaban a casa, diciéndoles que si habían sido “pandereteros”, que acabó siendo un sinónimo de infidelidad en aquella época, algo así como un dicho madrileño.

Llegó el día en el que Catalina murió, aunque no se sabe muy bien cómo (se sabe que había mujeres celosas que atentaron varias veces contra su vida). Por su parte, algunos hombres entraron en la casa para ver si la Panderetera seguía allí, en un intento por no querer asumir la muerte del rostro más bello que jamás habían visto.



Pero lo cierto es que aquellos intrépidos que entraron en la derruída casa de Catalina, jamás volvieron a salir de ella. Uno de los hechos más notables desde entonces es la presencia del fantasma de la Panderetera, que cada noche se asomaba a la Ventanilla.

De este modo, la leyenda cuenta que aquel lugar se le conocía como la calle de la Ventanilla, en honor a la guapa Catalina. Esta calle hoy ya no existe.

El mito de las brujas y la escoba


Son muchas las historias y leyendas que se cuentan sobre las brujas, así como las características que se les atribuyen: poderes mágicos, gatos negros que las acompañan, verrugas, escobas voladoras, grandes calderos… y hasta oscuros pactos con el Diablo.
Se las sabe amigas de la luna y de la noche y representan, en su mayoría, la maldad y la oscuridad, en contraposición con la luz o lo luminoso.


Sobre el mito de la escoba de la bruja, algunos autores afirman que los vuelos en escoba eran fantasías imaginadas por las brujas (mujeres jóvenes quizás hartas de prestar obediencia al señor feudal, y al señor cura, y de ser esclavas del esposo) para llamar la atención.

Iban caminando a la cita del bosque, donde comían y bebían lejos del esposo y bajo el influjo del alcohol se creían liberadas de prejuicios y se dedicaban a gozar de los placeres del amor.

En opinión de otros autores, sucedía que las jóvenes pasaban por el cuerpo un ungüento a base de belladona, beleño, opio y otros elementos fáciles de conseguir, que producía efectos sorprendentes. Nadie sabe quién inventó este ungüento pero es posible que viniera transmitiéndose la receta desde la antigüedad, cuando pueblos como el griego, el romano, el celta y otros practicaban ceremonias sagradas en el curso de las cuales creían entrar en contacto con los dioses.

El ungüento, una vez aplicado sobre la piel, pasaba a la corriente sanguínea y producía alucinaciones, como vuelos a bordo de una escoba.

No nos olvidemos que la escoba era el elemento que tenían más a mano y el volar podría representar la necesidad de escapar y liberarse.

Estas visiones eran acompañadas por delirios eróticos, semejantes a los que experimenta en la actualidad quien toma LSD o fuma marihuana. Es decir, que las fantasías se convertirían en algo real para quienes la vivían.

En Grandes Temas de lo Oculto y de Insólito, de Tomás Doreste, cuentan que “un juez llamado Johann Nider, que vivió en la Alemania del año 1435, debió intuir esta propiedad de las drogas. Fue un hombre sensato, nada ávido de sangre, que quiso realizar una prueba para demostrar que aquellas mujeres acusadas de practicar la brujería mejor harían en regresar a casa y hacer las paces con el esposo”.



“Untó el cuerpo de una mujer con el famoso ungüento y esperó a ver cuál sería su reacción. El cuerpo femenino comenzó a retorcerse, mientras brotaban extrañas palabras de la boca. La oyeron expresarse como si volara en el espacio, hasta llegar al aquelarre.

El juez comisionó a dos guardias para que se desplazasen al lugar indicado por la supuesta bruja. Regresaron diciendo que el bosque estaba desierto y oscuro. Mientras tanto, la mujer se agitó con fuerza, como si estuviera danzando, y se golpeó la cabeza contra el muro”.

“Al despertar declaró que había estado en una reunión sabática y que el Diablo la golpeó, en un arrebato de furia erótica. El juez Nider ordenó poner en libertad a la mujer y debió hacer algunos comentarios con sus amistades acerca de las tonterías que suceden en el mundo”.