domingo, 12 de julio de 2015

La fotografía kirlian

La fotografía Kirlian es capaz de captar el campo energético que rodea a los seres vivos. Este campo crea una zona ionizada que se plasma en el papel fotográfico y muestra el equilibrio energético, que es síntoma de buena salud.

La cámara Kirlian es capaz de captar el campo eléctrico que emana de todo objeto. El campo eléctrico crea una zona ionizada alrededor de los objetos, que al ser expuesta en el papel fotográfico, queda plasmada de manera similar a la luz.

Estas cámaras están construidas con una caja de material aislante (metacrilato, policarbonato, PVC, u otro). Dentro de la caja, hay un generador de alta tensión, que suele acabar en un multiplicador de tensión.

La salida del multiplicador se aplica a una bandeja metálica que tiene un papel fotográfico sobre esta. sobre el papel, se coloca el objeto que se desea fotografiar. el papel debe protegerse.

La fotografía Kirlian:

La fotografía Kirlian se obtiene colocando el objeto sobre la bandeja y aplicando una alta tensión, y la exposición dura lo que esta tensión.

Luego se revela el papel como cualquier fotografía. No hay negativo, pues la imagen se produce directamente sobre el papel.

Esta técnica se utiliza para el diagnóstico preventivo de la salud. El uso de este método comenzó accidentalmente en 1939, cuando Seymon Dadidovich Kirlian, junto a su esposa, descubrieron un halo luminoso alrededor de los objetos que fotografiaban.

Debido a que los campos de energía son la base de la actividad biológica, que mantiene sincronizadas todas las funciones corporales, incluyendo la mente y el espíritu.

Los síntomas aparecen cuando se da un desequilibrio, expresándose como síntomas físicos, psíquicos, emocionales y espirituales, conocidos como enfermedades. Esta fotografía permite detectar las anomalías, con varios meses de anticipación, con lo que podemos controlar, y hasta prevenir los procesos patológicos, con un tratamiento adecuado.

El campo energético que rodea a los seres vivos se conoce como bioplasma, y se considera un estado de la materia.

La medicina oriental ha operado durante siglos con este cuerpo bioplasmático, utilizando la acupuntura.

Ya en Egipto se encontraron agujas que los médicos empleaban en forma similar a la acupuntura, pero aplicadas al cuerpo etérico, sin tocar la piel.

Las imágenes del aura humana obtenidas con este método, proporcionan información sobre la situación física, psíquica, emocional y espiritual del individuo, y cualquier alteración se hará visible porque cambia el patrón energético. Esto convierte a esta técnica en un poderoso aliado de la medicina, es utilizado como auxiliar para el diagnóstico en tratamientos físicos y emocionales.

La fotografía Kirlian es muy empleada actualmente en los tratamientos psiquiátricos como método preventivo, y se busca el equilibrio bioenergético, lo que conduce a la prevención de enfermedades.

Abducciones o Secuestros en el Dormitorio

En la última década ha habido un enorme incremento en el número de personas que insisten haber sido secuestradas por seres extraterrestres, en muchos casos sometidos a experimentos médicos y luego devueltos de nuevo al lugar donde se encontraban. Este extraño fenómeno ha llegado a sorprender a la comunidad científica, debido principalmente a las miles de personas que han descrito experiencias similares en diferentes partes del mundo.

Un controvertido estudio publicado en 1992 afirmaba que más de cuatro millones de personas en todo el mundo informaron experiencias similares a la abducción extraterrestre.

En algunos casos las víctimas no son conscientes de que están siendo abducidas y solo creen que sufren constantes pesadillas aterradoras. Este es el caso de L. O. P. que relataba así su experiencia “Desde de que tengo uso de razón, recuerdo perfectamente como a la edad de unos cinco años de edad era llevado con una camilla a través de un pasillo hasta una sala de quirófano. Sin entrar en más detalles, estaba inmóvil en la camilla mirando fijamente a los médicos que estaban conmigo, todos con extrañas mascarillas quirúrgicas y parecían estar preparándose para algún tipo de operación. Aunque tengo que decir que uno de ellos me miraba de manera amenazante. Con el paso de los años siempre pensé que cuando era pequeño había tenido que ser operado por algún tipo de dolencia. Un buen día, estaba con mis padres hablando tranquilamente cuando expliqué el momento en que me tuvieron que ingresar en el hospital a los cinco años. A día de hoy recuerdo perfectamente las palabras de mi madre: “Si tú nunca has tenido que ser ingresado en ningún hospital”.




Ahora mismo les estoy escribiendo esta experiencia y me continúa recorriendo el mismo escalofrío por todo el cuerpo que entones ya que sabía que no se trataba de ningún sueño, sé que viví una situación muy real. Ahora, a mis 40 años continúo recordando los colores, los supuestos médicos que me atendían y lo que sentí en ese momento. Pero no es por este motivo que me pongo en contacto con ustedes, ya que a esto se suma como muchas noches me despierto gritando, muerto de miedo por ver y sentir figuras oscuras acercándose hacia mí. Les puedo decir que no sufro de ningún problema psicológico ni psiquiátrico y tampoco de ninguna enfermedad. No soy persona que a la que le de miedo la oscuridad, incluso me gusta dormir solo. Pero sé que lo que en ocasiones siento y veo es real, y que la experiencia que recuerdo a los cinco años también. Nunca pensé que podría ser víctima de abducciones, pero ha día de hoy estoy convencido de ello”.

Algunas de las señales de haber sido víctima de una abdución son:


Tiempo perdido:
 En algunos casos la víctima se encuentra de repente en algún lugar desconocido, sin recordar cómo llego allí y sin saber qué hora es. El fenómeno del tiempo perdido puede ocurrir en cualquier momento y en cualquier lugar, incluso regresando del trabajo. Un viaje que normalmente se tarda unos 15 minutos de repente se convierte en una hora, incluso también puede ocurrir que el trayecto que normalmente dura una hora se convierta en 15 minutos. Este es uno de los signos de una posible abducción extraterrestre.
También cabe decir que algunas víctimas de abducciones han “regresado” sin ningún tipo de ropa, o incluso abandonados en un bosque lejano. Algunos informes señalan que los abducidos han llegado a desparecer durante una semana. Tener múltiples experiencias del tiempo perdido podría ser una indicación de ser víctima de una abducción.

Parálisis del sueño
La mayoría de las personas que recuerdan su aterradora experiencia de abducción afirman haber tenido lo que podría describirse como una parálisis temporal de su cuerpo, llegando a ser físicamente incapaz de moverse de sus camas antes de ser abducido. En algunos casos las víctimas también han llegado a experimentar la extraña sensación de hormigueo y o una sensación de frío sobre sus cuerpos.

Dolores inexplicables y extraños rasguños en el cuerpo:
 En algunos casos, la persona abducida despierta con ciertos dolores inexplicables, lo que podría ser otro indicio de que recientemente hemos sido visitados por seres extraterrestres. En los peores casos, la victima llega a recordar inyecciones dolorosas clavándose por todo su cuerpo.

Implantes extraterrestres:
 En los peores caso los abducidos han llegado a tener un implante de origen extraterrestre, supuestamente para realizar un seguimiento. Normalmente el implante no es de metal, es algo más parecido a una semilla biológica que pasa completamente desapercibida. Los teóricos de la conspiración han llegado a sugerir que estos implantes se fusionan con el sistema nervioso central. El implante permanecen durante meses o incluso años, hasta que desparece.

Repentino interés por el tema extraterrestre
Otros de los puntos a tener en cuenta es que cuando la víctima ha tenido este tipo de contacto extraterrestre, en ocasiones se siente fuertemente atraídos por el tema extraterrestre sin ninguna razón, incluso puede llegar a convertirse en una obsesión. Los expertos sugieren que el motivo es porque en el fondo la victima sabe lo que ha estado sucediendo, el subconsciente lo sabe y esta tratando de mostrarlo.



Si una persona sufre de algunos de estos signos, lo primero es conocer con mayor detalle el historial clínico, los patrones de sueño, el estilo de vida, etc… Pero cuando todas las explicaciones lógicas se acaban, tal vez la respuesta esté fuera de nuestro mundo.

Los Crímenes de Manuel Delgado Villegas, “El Arropiero”.

Considerado uno de los peores asesinos en serie de la historia criminal española, Manuel Delgado Villegas “el arropiero”, nació en Sevilla el 25 de enero de 1943. El Arropiero debe su apodo a que su padre vendía arrope, un dulce de higos; primero fue “el hijo del arropiero” y luego se quedó con el mote.

Su madre, que contaba entonces 24 años, murió al dar a luz, por lo que él y su única hermana, Joaquina, fueron criados por su abuela.

A los 18 años ingresó voluntario en la Legión, donde aprendió uno de los golpes mortales que le haría famoso–el de la mano abierta en el cuello– con el que años más tarde acabaría con algunas de sus víctimas. Tras desertar, comenzó su carrera criminal a los 20 años de edad, ” El Arropiero” presentaba entonces un aspecto muy singular: corpulento y atlético, caracterizaba su rostro con un inconfundible bigote a lo “Cantinflas”, en homenaje al que era su personaje más admirado.


Fue detenido el 18 de enero de 1971 en el Puerto de Santa María, Cádiz, por la muerte de Antonia Rodríguez Relinque, con la que mantenía relaciones sentimentales, una mujer deficiente mental, soltera y de 38 años de edad, a la que infligía malos tratos.

El día del crimen la llevó en moto a un lugar del campo solitario llamado “Galvecito”, donde mantuvieron relaciones sexuales. Mientras estaban en plena faena, movido por el impulso irrefrenable que le hizo cometer tantos crímenes, rodeó el cuello de Antonia con los leotardos que le había quitado y la estranguló mientras hacían el amor. Durante tres días después de su muerte, Manuel Delgado estuvo abusando sexualmente del cuerpo sin vida de Antonia, por lo que hay que añadir la necrofilia a su larga lista de trastornos psicológicos.


El asesinato de su novia fue el último de su carrera criminal. Durante los interrogatorios dejó atónitos a los policías con el relato de 48 crímenes, aunque la policía consideró verosímil que fuese el autor de veintidós asesinatos, que en algunos casos incluyen necrofilia. De estos 22 asesinatos, sólo se le consiguieron probar ocho.

Manuel Delgado Villegas no tuvo abogado defensor hasta seis años y medio tras su detención, teniendo el récord de arresto preventivo sin protección legal. Nunca fue juzgado, ya que se le diagnosticó una enfermedad mental y la Audiencia Nacional ordenó en 1978 su internamiento en un centro especializado. Estuvo mucho tiempo en Carabanchel (Madrid) y en Fontcalent (Alicante). Los últimos años de su vida los pasó ingresado en el psiquiátrico de Santa Coloma de Gramanet (Barcelona), de donde podía salir a pasear libremente. Falleció en 1998, víctima de una afección pulmonar llamada EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica).

El primero de sus asesinatos comprobados lo cometió en Cataluña el 21 de enero de 1964, en la playa de Llorach (Garraf). Se acercó a un hombre que dormía apoyado en un muro –el cocinero de 49 años Adolfo Folch Muntaner– y le destrozó el cráneo con una piedra. Luego le robó el dinero, la cartera y el reloj.

Su segundo crimen comprobado se descubrió el 20 de junio de 1967, cuando se encontró el cadáver de una estudiante francesa de 21 años, Margaret Helene Boudrie, en Can Planas, una masía de Ibiza. Su cuerpo estaba totalmente desnudo y tenía un fuerte golpe en un ojo, así como contusiones y arañazos en el cuello. En la espalda había recibido una puñalada. El Arropiero dijo a los policías que se había ganado su confianza, que le robó una cadena con una medalla que llevaba al cuello y que abusó de ella una vez muerta.


El tercer asesinato admitido y probado fue el de Venancio Hernández Carrasco, vecino de Chinchón, al que hallaron muerto en las aguas del Tajuña el 20 de julio de 1968. Había salido al trabajo en un viñedo de su propiedad, a orillas del río, cuando se encontró con Delgado Villegas, que le pidió algo de comer. Venancio le respondió que si quería comer, trabajara, que era joven. Esto ofendió a Delgado Villegas, que atacó a su víctima con el “golpe legionario” y la arrojó al río. Hasta la confesión de Villegas todo el mundo creyó que había muerto ahogado por accidente.

El cuarto asesinato fue descubierto en Barcelona, a primeras horas del 5 de abril de 1969, por las limpiadoras de un almacén de muebles de la Avenida del Generalísimo. Éstas hallaron al propietario, Ramón Estrada Saldrich, inconsciente pero aún con vida. Murió en el Hospital Clínico. El Arropiero le había conocido en un bar y se habían hecho amigos. Con cierta frecuencia iban al almacén. La noche del crimen Delgado Villegas le pidió mil pesetas y Estrada se negó a dárselas. Aquél golpeó a éste en el cuello, como solía hacer con sus víctimas, y le remató estrangulándolo. Luego le robó las sortijas, el reloj y la cartera.

La quinta víctima comprobada fue una anciana de 68 años: Anastasia Borrella Moreno, una mujer menuda y vivaracha que trabajaba en la cocina del bar Iruru de Mataró. El 23 de noviembre de 1969 salió camino de su casa… y nunca llegó a ella. Cuatro días más tarde unos niños que jugaban en el túnel de la Riera Sirena, a unos 300 metros del domicilio de Anastasia, encontraron el cadáver. Estaba cubierto con un plástico, boca arriba, con las ropas subidas. La habían matado a golpes con un ladrillo.

Villegas explicó que aquel día tenía ganas de una mujer. Al encontrarse con la anciana le preguntó si quería tener acceso carnal con él. Anastasia reaccionó indignada y le amenazó con avisar a la policía. Por eso la mató y la tiró al torrente seco. Como se veía desde arriba, bajó para esconderla en el túnel. Se sintió excitado y abusó de su víctima. Este acto de necrofilia lo repitió todas las noches siguientes, hasta que el cuerpo fue encontrado.

El sexto crimen reconocido tuvo lugar el 3 de diciembre de 1970, y la víctima era un amigo de el Arropiero. Se llamaba Francisco Marín Ramírez, tenía 24 años, era de Córdoba y vivía en la misma calle que Antonia Rodríguez, la novia oligofrénica del criminal. Según Delgado Villegas, iba con Francisco en una moto cuando, en medio de la carretera, el muchacho le hizo algunas caricias, cosa que le sacó de quicio. Paró la moto y le asestó su célebre golpe en el cuello. El muchacho se quedó sin respiración y le pidió que lo llevara a recuperarse junto al río. Allí, según Villegas, volvió a insinuársele, y por eso lo tiró al agua.

A partir de aquí, el Arropiero se culpó de tal cantidad de crímenes que desbancó a muchos considerados en el mundo como los primeros en cuanto a número de víctimas. En San Feliú de Guixols dijo haber estrangulado a una extranjera; en Alicante dio muerte a una mujer a navajazos; en Barcelona, a un homosexual, al que estranguló con un cable; en Valencia, a una mujer, a la que metió en una cuba.

Manuel Delgado Villegas no tuvo abogado defensor hasta seis años y medio después de ser detenido. Entre sus récords está el de la detención preventiva más larga sin protección legal. Fue el primer criminal al que se llevó en avión por España para comprobar la veracidad de sus estremecedores relatos. En las pruebas médicas se le detectó el cromosoma XYY, conocido universalmente como el cromosoma Lombroso en honor al positivista que afirmaba que el asesino es incorregible, que su impulso de matar está en el código genético. El criminal nace, no se hace, defendía Cesare Lombroso a finales del siglo XIX. Los asesinos y violadores en serie no son XX ni XY en el cromosoma que define la sexualidad humana. Son XYY.

Por su “doble Y”, distintivo de virilidad, a quienes lo poseen se les ha llamado también “superhombres”, lo que no deja de ser un sarcasmo, dado que es frecuente observarles alteraciones sexuales de inmadurez y homosexualidad. Los individuos con un cromosoma Y duplicado suelen presentar una serie de patrones comunes. Según el instituto de Investigación en Enfermedades Raras del Instituto de Salud Carlos III, los afectados suelen ser altos y delgados, la mayoría presenta un acné severo en la adolescencia y el espermiograma revela generalmente falta o ausencia de espermatozoides. Todo ello coincide con El Arropiero, el mayor criminal de la historia de España.

El Arropiero, en sus últimos años, fue un hombre muy singular, con enormes barbas y pelo largo, como si fuera el Robinson de los psiquiátricos. El avance de su enfermedad hizo imposible, en los últimos tiempos, mantener una conversación coherente con él.

El guionista critico de cine y director Carles Balagué recoge una crónica de la vida de Manuel Delgado Villegas, El Arropiero, el mayor asesino en serie de la historia de España, en el documental ‘Arropiero. El vagabundo de la muerte’ que se estrenó el 23 de febrero de 2009. “Empecé a interesarme por este caso cuando estaba terminando la carrera de Derecho y en seguida me di cuenta de que no era el típico delincuente de la cuerda de presos sino alguien que mataba de forma aleatoria, indiscriminada y sorprendente”, sentenció Balagué quien añadió que “entre las víctimas se encontraban tanto burgueses de doble vida, como hippies, homosexuales inconfesos, prostitutas o mujeres mayores”.

Entre los testimonios que Balagué recoge se encuentra el del experto criminalista Salvador Ortega que durante tres años junto a otro experto en criminología, Manuel Alcalá, viajaron con el asesino en serie por toda la península, “con una maleta de sumarios por resolver, buscando pistas de los crímenes que cometió”. “Con mucha dificultad nos ganamos su amistad, y gracias a estos viajes en los que nos movíamos por la calle y dormíamos juntos pudimos imputarle siete asesinatos”, declaraba en su dia Ortega.


El criminalista añadió que fue “El primer y único viaje de este tipo que se ha llevado a cabo por ninguna brigada criminal”. Además Ortega resaltaba que con el escaso sueldo que ganaban no les daba para sufragar los gastos y tanto él como el juez, tuvieron que pedir sendos créditos para continuar con la investigación.




Sin duda alguna todo un personaje que pasará a los anales de la historia como el mayor asesino en serie de la historia española, un hombre con el que sólo pudo acabar un cigarrillo.