Cuando escuchamos los relatos de batallas largas y mortíferas como las que se suscitaron durante la Segunda Guerra Mundial, es natural que surja una sensación de malestar. Sin embargo, no importa lo mucho que estudiemos y aprendamos sobre la guerra, es muy difícil imaginar lo que las personas que pasaron por ella tuvieron que soportar. Y estos fragmentos de diarios escritos en aquellos días negros quizá puedan acercarnos un poco más a la terrible experiencia.
Michihiko Hachiya.
El 6 de agosto de 1945, una bomba atómica era detonada directamente sobre la ciudad de Hiroshima, en Japón,asesinando inmediatamente a aproximadamente uno de cada cuatro habitantes del lugar y exponiendo a los sobrevivientes a niveles peligrosos de radiación. Un empleado de un hospital local llamado Michihiko Hachiyaestaba saliendo de casa en el momento de la explosión, aproximadamente a 1.5 km del centro de la detonación. El calor le quemó la roma y le dejó graves quemaduras en todo el cuerpo. Su diario, publicado en 1955, narra su experiencia aquel día.
“Comenzamos, pero después de 20 o 30 pasos, tuve que detenerme. Me faltaba el aire, mi corazón latía fuerte y las piernas cedieron bajo mi peso. Una sed devastadora me atrapó e imploré a Yaeko-san para que encontrara un poco de agua. Pero no había agua que buscar. Después de un tiempo, mi fuerza se restableció un poco y fuimos capaces de seguir adelante. Aún estaba desnudo y, aunque sentía un poco de vergüenza, me inquietaba darme cuenta que la modestia me había abandonado… nuestro camino hasta el hospital fue interminablemente lento, hasta que, finalmente, mis piernas cubiertas de sangre seca se rehusaron a seguir moviéndome. La fuerza, incluso la voluntad, de seguir adelante me abandonó, entonces le dije a mi esposa, que estaba tan herida como yo, que siguiera sola. Se opuso a mi propuesta, pero no tenía elección. Tenía que seguir adelante y encontrar a alguien que volviera por mí”.
Zygmunt Klukowski.
Fecha: 21 de octubre de 1942. El 20 de enero de 1942, 15 altos mandos nazis llevaban a cabo una conferencia donde se discutía la implementación de una “Solución Final” para aniquilar al pueblo judío. Demoró más de nueve meses para que el genocidio alcanzara a la apacible ciudad de Szczebrzeszyn, al sudeste de Polonia. Allí,Zygmunt Klukowski, el médico en jefe de un pequeño hospital local, hizo algunas anotaciones del horror del que fue testigo.
“Desde muy temprano hasta muy entrada la noche fuimos testigos de eventos indescriptibles. Soldados armados de las SS, gendarmes y la ‘policía azul’ recorrieron la ciudad en búsqueda de judíos. Los judíos fueron llevados al mercado. Los judíos fueron retirados de sus hogares, graneros, bodegas, sótanos y otros escondrijos. Pudieron escucharse disparos durante todo el día. A veces, granadas de mano eran lanzadas en las bodegas. Los judíos fueron golpeados y pateados; no había diferencia entre hombres, mujeres y niños pequeños. Todos los judíos serán sacrificados. Según información que llegó hasta mí, cerca de 2,000 personas se mantienen ocultas. Los judíos presos fueron colocados en un tren en la estación ferroviaria para ser transferidos a un lugar desconocido. Fue un día terrible, y no puedo describir todo lo que sucedió. No puedes imaginar la barbarie de los alemanes. Estoy completamente acabado y no puedo encontrarme”.
Lena Mukhina.
Fecha: 3 de enero de 1942. Se estima que entre 7 y 20 millones de civiles rusos perdieron la vida como resultado directo de la Segunda Guerra Mundial. En Leningrado, 750 mil personas murieron de hambre durante el estado de sitio mantenido por los alemanes durante más de dos años, de septiembre de 1941 a enero de 1944.Lena Mukhina, de 17 años, escribió sobre el sitio a Leningrado apenas comenzó. A medida que pasaba el tiempo, los habitantes se vieron obligados a comer ratas, gatos, tierra y pegamento. Hubo relatos generalizados de canibalismo.
“Estamos muriendo como moscas aquí debido al hambre, pero ayer Stalin ofreció una cena en Moscú, en honor a Eden (Secretario de Relaciones Exteriores británico). Es indignante. Ellos se llenan la barriga allá, mientras nosotros ni siquiera ganamos un pedazo de pan. Ellos juegan al anfitrión en todo los tipos de recepciones brillantes, mientras nosotros vivimos como hombres de las cavernas, como topos ciegos”.
Felix Landau.
Fecha: 12 de julio de 1941. Felix Landau era un miembro de las SS alemanas. Durante la guerra, pasó la mayor parte del tiempo sirviendo en el Einsatzkommando, un escuadrón de la muerte con la misión de exterminar a los judíos, gitanos, intelectuales polacos y una serie de otros grupos. Su notable diario detalla parte de sus terribles crímenes. A continuación dale un vistazo a un relato de sus acciones en la ciudad de Drohobych, al oeste de Ucrania. Vale la pena señalar que, después de la guerra, Landau logró escapar de la captura hasta 1959, cuando fue llevado a juicio y condenado a prisión. Fue liberado por “buen comportamiento” en 1971 y murió en 1983.
“A las 6 de la mañana fui repentinamente despertado de un sueño profundo. Reportarme para una ejecución. Bueno, jugaré al verdugo y, en seguida, al sepulturero, por qué no. No es extraño, amas la batalla y pronto tienes que disparar a personas indefensas. Veintitrés tuvieron que ser baleados, entre ellos dos mujeres. Son increíbles. Incluso rechazan cuando les ofrecemos un vaso de agua. Me designaron como artillero y tuve que disparar sobre cualquier fugitivo. Nos dirigimos un kilómetro a lo largo de la carretera fuera de la ciudad y, en seguida, volteamos a la derecha en un bosque. Tan solo había seis de nosotros en aquel momento y tuvimos que encontrar un punto adecuado para tirarles (a los fugitivos) y enterrarlos. Después de algunos minutos, encontramos un lugar. Los candidatos a morir recibieron palas para cavar sus propias tumbas. Dos de ellos estaban llorando. Los otros seguramente tenían una valentía increíble. ¿Qué diablos pasa por su mente en estos momentos? Creo que cada uno de ellos guarda una pequeña esperanza que de alguna forma no morirán. Los candidatos a la muerte son organizados en tres turnos, ya que no hay muchas tumbas. Extrañamente, no siento ningún tipo de emoción. Sin piedad, nada. Así son las cosas y, en seguida, todo ha terminado. Mi corazón late un poco más rápido cuando involuntariamente recuerdo los sentimientos y pensamientos que tuve cuando estaba en una situación similar”.
Leslie Skinner.
Fecha: 4 de agosto de 1944. El diario del capitán Leslie Skinner documenta sus experiencias del conflicto inmediatamente después de que desembarcó el Día D. Skinner no era un soldado de combate, sino un sacerdote sirviendo como capellán del ejército. Conocido como “Padre Skinner”, su trabajo era proporcionar algo de confort espiritual y realizar la extremaunción. La parte más angustiante de su función era recuperar los cuerpos de los muertos para ofrecerles un entierro apropiado.
“A pie, localicé tanques. Apenas cenizas y metal quemado en el tanque de Birkett. Busqué las cenizas y encontré restos de huesos pélvicos. En otros tanques tres cuerpos todavía se quemaban. No fue posible retirar los cuerpos, tras mucha dificultad – maniobras desagradables – me enfermé”.
“Un trabajo impresionante unir pedazos y organizarlos para identificarlos y colocarlos en cobertores para el entierro. Sin infantería que ayudara. El líder del escuadrón me ofreció algunos hombres para ayudar. Lo rechacé. Cuantos menos hombres vivos que luchen en tanques tuvieran que ver este lado de las cosas, mejor. Mi trabajo. Esto fue más enfermizo de lo normal. Realmente algo que provoca vómitos”.
David Koker.
Fecha: 4 de febrero de 1944. Mientras los sobrevivientes del Holocausto escribieron una serie de memorias, tan solo unos cuantos diarios fueron recuperados de los campos de concentración. Uno de ellos fue escrito por David Koker, un estudiante holandés de ascendencia judía que fue enviado a Camp Vught en el sur de Holanda en febrero de 1943. Mientras la mayoría de los prisioneros del campo de concentración no podía mantener un diario, David hizo amistad con el administrador local y su esposa, lo que significa que tenía ciertos privilegios. El fragmento a continuación describe a Heinrich Himmler, el jefe de las SS y uno de los principales arquitectos del Holocausto. Himmler visitó Vught en febrero de 1944, dando a Koker una visión inédita del hombre responsable por perseguir a su pueblo.
“Un pequeño hombre frágil de apariencia insignificante, con un rosto bien humorado. Sombrero de copa alta, bigote y lentes pequeños. Yo pienso: si quisieras resumir toda la miseria y horror en una sola persona, tendría que ser él. En torno a él, un monté de compañeros con rostros cansados. Hombres muy grandes, propiamente vestidos, lo siguen a cualquier rincón que se mueve, como un enjambre de moscas, cambiando de lugar entre sí (no se quedan quietos ni un momento), moviéndose como un conjunto. Transmiten una impresión fatalmente alarmante. Miran a todas partes sin encontrar nada en lo que puedan concentrarse”.
George Orwell.
Fecha: 15 de septiembre de 1940. Durante el periodo de la guerra, el famoso escritor George Orwell se encontraba entre los 8.6 millones de habitantes de Londres. Además de su obra literaria, mantuvo un diario detallado de sus experiencias durante el conflicto. El diario está repleto principalmente con debates políticos, pero de vez en cuando incluía informes de ataques aéreos, como el de septiembre de 1940, cuando la RAF luchaba por el control de los cielos sobre el sur de Inglaterra durante la Batalla de Inglaterra. Las personas celebraban cuando una avión alemán era derribado, por el miedo a que Hitler invadiera Inglaterra.
“Esta mañana, por primera vez, vi un avión abatido. Cayó lentamente de las nubes, con la nariz de frente, como un pájaro herido en las alturas. Un júbilo formidable entre las personas que veían, haciendo énfasis en el momento en sí, un momento que se opacaba por la pregunta interna: ‘¿Estás seguro de que es alemán?’. Tan intrigantes son las instrucciones dadas, y tantos los tipos de avión, que nadie sabía siquiera cuáles eran los aviones alemanes y cuáles los nuestros. Mi única prueba es que si puede verse un bombardeo sobre Londres, debe ser alemán, mientras que un caza más probablemente sea de nosotros”.
“Ginger”.
Fecha: 7 de diciembre de 1941. El bombardeo de Pearl Harbor por fuerzas japonesas convirtió dos conflictos regionales en Europa y China en una Guerra Mundial. Volviendo a la base naval norteamericana en la costa sur de Oahu en Hawái, el ataque sorpresa resultó en 2,403 americanos muertos y fue el catalizador para que los Estados Unidos ingresaran a la guerra. La zona de Peral Harbor no estaba restringida a militares, sino que también se encontraba habitada por familias e isleños. El fragmento del diario a continuación fue escrito por una niña de 17 años conocida como “Ginger”.
“Me desperté a las ocho de la mañana por una explosión en Pearl Harbor. Me levanté pensando que probablemente algo emocionante estaba sucediendo allí. ¡Qué error el mío! Cuando llegué a la cocina toda la familia, excepto Pop, estaban mirando hacia el Arsenal de la Marina. El sitio estaba siendo consumido por un humo negro y unas explosiones espantosas… entonces pasé a estar extremadamente preocupada, como todos nosotros. Mi madre y yo salimos a la terraza de enfrente para ver mejor y tres aviones pasaron zumbando sobre nuestras cabezas, tan cerca de nosotros que podríamos haberlos tocado. Tenían círculos rojos en sus alas. ¡Entonces lo entendimos! En ese momento las bombas comenzaron a caer por todo Hickman. Nos quedamos en las ventanas, no sabiendo que más hacer, y observamos el fuego expandirse. Era exactamente como en los noticiarios de Europa, solo que peor. Vimos a un montón de soldados corriendo en nuestra dirección desde el cuartel y, en seguida, una línea de bombas cayó tras ellos, derribando a todos en el suelo. Una nube de polvo nos cubrió y tuvimos que correr para cerrar las ventanas. Mientras tanto, un grupo de soldados se había refugiado en nuestra cochera para protegerse. Los tomaron totalmente por sorpresa y muchos de ellos ni siquiera tenía un arma para defenderse”.
Wilhelm Hoffman.
Fecha: 29 de julio de 1942. Las batallas más importantes y sangrientas de la Segunda Guerra Mundial se disputaron en el Frente Oriental. Una de ellas tuvo lugar en Stalingrado, donde un baño de sangre de cinco meses volvió las mareas en favor de la Unión Soviética. Sin embargo, antes de que los alemanes llevaran la guerra a esta ciudad, lideraban victoria tras victoria y estaban confiados en que podrían conquistar Rusia, como lo expresó Wilhelm Hoffman, un soldado de la 94ª División de Infantería del Sexto Ejército Alemán.
“El comandante de la compañía dice que las tropas rusas están completamente doblegadas, y no pueden aguantar más tiempo. Llegar a Volga y tomar Stalingrado no es tan difícil para nosotros. El Fuhrer sabe cuál es el punto débil de los rusos. La victoria no está lejos”.
El fragmento fue escrito en julio. En diciembre, los alemanes eran quienes estaban sitiados. En este punto, el diario de Hoffman se vuelve pesimista sobre sus posibilidades de victoria. El relato del 26 de diciembre de 1942 contrasta bastante con su actitud durante el verano:
“Ya nos comimos a los caballos. Me comería un gato; dicen que su carne también es sabrosa. Los soldados parecen cadáveres o lunáticos, en busca de algo que poner en sus bocas. Ya no se cubren de los ataques rusos; no tienen fuerza para caminar, correr o esconderse. ¡Maldita sea esta guerra!”.
Hoffman terminó sus días en Stalingrado, aunque no se sabe exactamente cómo o cuándo.
Hayashi Ichizo.
Fecha: 21 de marzo de 1945. En el imaginario popular, los pilotos kamikazes japoneses eran unos fanáticos imperialistas ansiosos por sacrificarse por su nación. Oficialmente, se dice que todos eran voluntarios, pero la realidad es que muchos fueron esencialmente forzados a cumplir ese papel, como fue el caso del estudiante japonés Hayashi Ichizo, convocado por el ejército en 1943 a la edad de 21 años.
Si crees que era muy joven para enlistarse a la muerte, debes saber que ni siquiera era de los más jóvenes entre los kamikazes, título que corresponde a Yukio Araki, en la foto superior donde sostiene a su perro, que tenía apenas 17 años. En su diario, Hayashi relató cómo fue ser designado para servir como un piloto suicida.
“Para ser honesto, no puedo decir que el deseo de morir por el emperador es genuino, que viene de mi corazón. Sin embargo, se decidió por mí que muriera por el emperador. No tendré miedo al momento de mi muerte. Pero si tengo miedo de la forma en que el miedo a la muerte perturbará mí vida… incluso para una vida corta, hay muchos recuerdos. Para alguien que tuvo una buena vida, es muy difícil separarse de ella. Pero llegué a un punto de no retorno. Debo zambullirme en una nave enemiga. A medida que la preparación para el aterrizaje se aproxima, siento una fuerte presión sobre mí. No creo que pueda hacer frente a la muerte… hice mi mejor esfuerzo para escapar en vano. Entonces, ahora que no me queda elección, debo ir con valentía”.
Su misión suicida concluyó el día 12 de abril de 1945, cinco meses antes de la rendición de Japón.