viernes, 15 de julio de 2016

Don Bosco y el demonio



Esas frecuentes comunicaciones con el más allá, con ese Cielo abierto ante la mirada deslumbrada del humilde sacerdote, y esos secretos entrevistos en él, no podían dejar tranquilo al infierno.

El príncipe de este mundo, como lo llama Jesucristo, se inquietaba ante el apoyo divino. Su odio por las almas que el apóstol, iluminado de aquel modo, salvaba por millares, lo impulsaba de todas maneras a esterilizar el esfuerzo del Santo. Por innumerables asaltos intentó debilitar su celo.A partir de 1862, esas persecuciones fueron verdaderamente infernales.