martes, 3 de mayo de 2016

Una parricida de la alta sociedad



LIZZIE BORDEN

El número 92 de Second street (Massachussets) era el hogar de Andrew Borden, un prestigioso e importante hombre de negocios que había hecho su fortuna en el negocio del algodón y era el presidente del banco de Fall River; allí vivía con su 2ª esposa, Abby Borden, y sus dos hijas: Lizzie y Emma.


Mientras que Emma era de carácter frágil e inconformista, Lizzie había heredado el carácter frío y distante de su padre. Ninguna de las hermanas soportaba a Abby, pese a que ésta era amable con ellas. Con frecuencia las hermanas comían en sus habitaciones, para no verla. El señor Borden, que obsequiaba frecuentemente a su esposa, compró una granja (que había pertenecido a la familia de su esposa) y pensaba ponerla a su nombre; sus hijas se sintieron desheredadas. Las escrituras se firmarían el 4 de Agosto de 1892.


Ese día la primera en levantarse fue Bridget Sullivan, la sirvienta, más tarde lo harían el señor y la señora Sullivan. Acompañándoles en el desayuno estaba John Morse (hermano de la 1ª esposa de Borden). Esa mañana Lizzie no desayunó con sus padres y Emma estaba en casa de una amiga, a 25 km de Massachussets. Sin embargo, Lizzie bajó a la cocina a tomar café, donde se encuentra con Bridget.

Después del desayuno, John se marchó, Bridget limpiaba los cristales de la casa y Lizzie cambiaba las sábanas del cuarto de invitados. A las 9:30 Andrew Borden se dirige a la ciudad para comprobar cómo van sus negocios y regresa una hora más tarde, allí se encuentra con Lizzie a la entrada del cuarto de invitados y ésta le informa de que Abby ha tenido que salir; Andrew decide descansar en su sillón y Bridget se sube a acostar en su habitación.

Sobre las 11:00 Bridget es despertada por los gritos de Lizzie: "Baja en seguida, padre está muerto; alguien ha entrado y lo ha asesinado". Pocos minutos después llega el doctor, quien examina el cadáver y lo cubre con una manta. En ese momento Lizzie le dice a Bridget que vaya a comprobar si su madrastra ha llegado, ésta sube las escaleras y descubre el cadáver de Abby en el cuarto de invitados, entre la cama y una cómoda.

Andrew Borden estaba en la misma postura en que le vieron la última vez. Había recibido 11 golpes en la cara, uno de los ojos se había salido de la cuenca y la nariz había sido arrancada por completo, su rostro era un amasijo de carne sangrante. Abby yacía boca abajo en el suelo; había sido atacada por detrás y tenía un total de 19 heridas en la cabeza y espalda. El doctor observó que había muerto antes que su marido ya que la sangre estaba coagulada. El forense determinó que las heridas habían sido producidas por un hacha o similar; la policía encontró en el sótano dos hachas sujetas a un tronco de madera que servía como mango.


La principal y única sospechosa era Lizzie, quién mantenía que el asesino había entrado por la cocina. El 7 de Agosto es sorprendida por una amiga mientras quema ropa en el horno de la cocina, aunque ella asegura que son trapos viejos manchados de pintura. El 11 de Agosto es detenida y acusada de parricidio.


Se inició un juicio que fue el acontecimiento de la época: Lizzie pertenecía a la alta sociedad y era difícil creer que una buena chica asesinara a sus padres a hachazos de forma tan brutal. Aún así las pruebas contra ella era abrumadoras: era la única que estaba en la 1ª planta a la hora de la muerte de Abby, se comprobó que la ropa que había quemado era la que llevaba la mañana de los asesinatos, y días antes, había intentado comprar veneno en una farmacia.

Pero durante el juicio, abogados y fiscales se retractaron de sus argumentos; llegando al extremo de pedir perdón a Lizzie por haberla acusado del crimen.

El jurado anunció su veredicto: INOCENTE; el juez estuvo de acuerdo con la decisión. Acto seguido, Lizzie rompió a llorar y pidió que la llevaran a su casa. Aún así, sigue siendo la parricida más famosa de la historia del crimen.

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