martes, 16 de febrero de 2016

ALBERT FISH



El Abuelo Asesino

Quién iba a imaginar que un hombre viejo, de mirada triste, decrépito e inofensivo, pasaría a convertirse en el caníbal del siglo. Albert Fish nació el 19 de mayo de 1870 en Washington, en el seno de una familia respetada aunque con antecedentes en enfermedades mentales. Creció en un orfanato donde fue abusado sexualmente, lo que le desencadenó un marcado sadomasoquismo. También, se sabe que tuvo una caída desde un árbol y eso le provocó una lesión cerebral con efectos como dolores de cabeza crónicos y mareos.


En su niñez desarrolló una obsesión por el castigo. Se divertía infligiendo dolor a los demás y a él mismo. Comienza su colección de recortes de prensa sobre asesinos en serie y especialmente de caníbales, que es con quienes se siente identificado.

Con 20 años y con cierta experiencia en relaciones homosexuales masoquistas, ejerce la prostitución en Washington, donde viola a un niño y asesina a su primera víctima.



En esa época de su vida comienza a obsesionarse con la idea del pecado y alucina con la religión: su única salida es sacrificarse con dolor y él mismo se autocastiga frotando su cuerpo desnudo con rosas con espinas, clavándose agujas de marinero en la pelvis y en los órganos genitales. En una ocasión fue sorprendido en su habitación totalmente desnudo, masturbándose con una mano y con la otra golpeándose la espalda con un palo con clavos, y a cada golpe gritaba de dolor mientras su sangre corría por sus nalgas...

Sadomasoquista en todas su letras, se complacía insertándose agujas en su cuerpo, especialmente alrededor de su órganos genitales, con bolas de algodón que se introducía en su ano y les prendía fuego. No solo consumía la carne de sus víctimas sino que además consumía la orina y los excrementos, tendencias todas que él atribuiría a su triste historia de niño abusado.

Fish se autoformó como pintor, y recorrió Estados Unidos torturando a niños casi en cada estado que pisaba. La mayoría de sus víctimas provenían de familias pobres (de raza negra), por lo que no era probable que le inculparan debido al racismo que por aquel entonces imperaba.


ESTA FUE LA CARTA QUE ENVÍO FISH A LA FAMILIA DE GRACE BUDDS (niña que marchó con Albert Fish al falso cumpleaños de su sobrina):



Querida señora Budd: En 1894 un amigo mío se embarcó como ayudante de cubierta en el vapor Tacoma siendo el capitán John Davis. Navegaron de San Francisco a Hong Kong en la China. Al llegar allá, él y otros dos marineros desembarcaron y se fueron a emborrachar. Al regresar a puerto, el barco se había ido. En ese tiempo China padecía una hambruna, cualquier tipo de carne costaba de 1 a 3 dólares la libra. Tanto era el sufrimiento de los pobres, que los niños menores de doce años eran vendidos como comida con el propósito de que los demás no murieran de hambre. Un niño o niña menor de catorce años no estaba seguro en las calles. Uno podía ir a una tienda y pedir carne, costillas o bisteces y al mostrador era traída alguna parte desnuda del cuerpo de un niño para que uno eligiera lo que más deseara. El trasero de niño o niña, que es la parte más deliciosa del cuerpo, era vendida como un corte fino a un precio alto. John permaneció en aquella tierra por mucho tiempo al grado de tomarle gusto a la carne humana. A su regreso a Nueva York se robó dos niños de siete y once años. Los llevó a su casa, donde los desnudó y amarró en un closet. Quemó todo lo que traían puesto. Varias veces durante los días y las noches los apaleó y torturó, con el objetivo de que la carne quedara buena y tierna. El primero en morir fue el niño de once años, puesto que tenía el trasero más grande de los dos: es decir, tenía la mayor cantidad de carne. Cada parte de su cuerpo fue guisada y comida, excepto la cabeza, los huesos y las vísceras. Todo él fue hervido, frito y guisado. El niño pequeño fue el siguiente y pasó por el mismo proceso. Por ese tiempo yo vivía en la 409 y la 100, muy cerca, por la parte derecha. Tan seguido me decía lo buena que era la carne humana, que me hice a la idea de que debía probarla también.

El domingo 3 de junio de 1928 toqué a su puerta en la 406 oeste y la calle 15. Llevaba queso y fresas, tomamos el almuerzo. Grace se sentó en mi regazo y me besó. Me propuse comerla. Bajo el engaño de llevarla a una fiesta le pedí le diera permiso, a lo que usted accedió. La conduje a una casa vacía que había elegido con anterioridad en Westchester. Cuando llegamos, le pedí que permaneciera afuera. Mientras ella recogía flores, subí las escaleras y me desnudé. Sabía que si no lo hacía de ese modo, podría manchar la ropa de sangre. Cuando todo estuvo listo fui a la ventana y la llamé. Me escondí en el closet hasta que estuvo en el cuarto. Al verme desnudo, comenzó a llorar y trató de escapar por las escaleras. La sujeté y ella dijo que le diría a su mamá. Primero la desnudé. ¡Cómo pataleó, arañó y me mordió! Pero la asfixié hasta matarla. Luego la corté en pequeños pedazos para poder llevar la carne a mi lugar. Guisé su rico y delicioso trasero. Me tardé nueve días en consumir todo su cuerpo. De haber querido hubiera tenido sexo con ella, pero no quise. Murió siendo virgen.

Fish fue detenido en ocho ocasiones: por tentativa de estafa, robo, pago con cheques sin fondo, cartas obscenas a anuncios de agencias matrimoniales.


Fue internado en tres ocasiones en un hospital psiquiátrico aunque duró poco pues consideraban que no era peligroso ni estaba loco ya que él padecía de una personalidad psicopática de carácter sexual. La Policía tardaría 6 años en acusarle de asesinato.

Sin embargo, al fin fue detenido el 13 de diciembre de 1928. Ya ante los policías, el degenerado de Fish confesó las cosas que había hecho con cierto niño:


Me hice con varias herramientas y un buen látigo. De fabricación casera. Con el mango corto. Corté uno de mis cinturones por la mitad y rajé cada mitad en seis tiras de unos veinte centímetros de longitud. Flagelé su cuerpo desnudo hasta que le brotó sangre de las piernas. Le corté las orejas, la nariz, le rajé la boca de oreja a oreja. Le arranqué los ojos. Le clavé un cuchillo en el vientre y acerqué la boca a su cuerpo para beberme su sangre. Entonces murió. Reuní cuatro sacos de patatas viejos y metí en ellos un montón de piedras. Rajé al niño. Yo llevaba una bolsa de viaje. Introduje la nariz, las orejas y algunos pedazos de su vientre en la bolsa. Luego lo corté por la mitad. Más o menos por debajo del vientre. Después le corté las piernas, a unos cinco centímetros del trasero. Guardé ese trozo en la bolsa, envuelto en mucho papel. Le corté la cabeza, los pies, los brazos, las manos y las piernas por debajo de la rodilla. Puse estas piezas en los sacos con las piedras, até los extremos y los lancé a las aguas cenagosas que se divisan desde la carretera que conduce a North Beach. Regresé a casa con mi carne. Tenía la parte delantera, la que más me atraía. Su pene, sus testículos y un poco de carne con grasa del trasero para hornearlos y comérmelos. Hice un guiso con sus orejas, su nariz y algunas otras partes de su rostro y su vientre. Añadí cebollas, zanahorias, nabos, apio, sal y pimienta. Estaba delicioso. Luego rajé los dos glúteos, corté el pene y los testículos y los lavé. Puse varias tiras de tocino en cada glúteo y los introduje en el horno. A continuación pelé cuatro cebollas y, cuando la carne llevaba un cuarto de hora asándose, vertí media taza de agua para tener algo de salsa y añadí las cebollas. Golpeaba sus nalgas a intervalos frecuentes con una cuchara de madera. Para que la carne estuviera más tierna y jugosa.

Confiesa además otros asesinatos cometidos así como "un deseo irresistible de comer carne cruda las noches de luna llena" y comer sus propios excrementos ( por dios!!). Sin miedo. le fascinaba bailar desnudo durante las noches de luna llena.

Y eso no es todo, a un joven vagabundo lo secuestró durante dos semanas, le obligó a hacer toda clase de actos coprófagos, masoquistas y sádicos, intentó cortarle el pene con unas tijeras ( buaah) pero tal era su sufrimiento que arrepentido le dio 10 dólares y le dejó marchar.

Cuando se le preguntaba la cifra exacta de sus víctimas, respondía sonriendo: "por lo menos 100" ( lo que sí es seguro un total de 15 inofensivos niños). También solía justificarse diciendo: "Yo no soy un demente, solo un excéntrico. A veces ni yo mismo me comprendo". E inclusive, cuando se enteró de que lo ejecutarían en la silla eléctrica, afirmó con genuina satisfacción: "Qué alegría morir en la silla eléctrica. Será el último escalofrío, el único que todavía no he experimentado". 


Sus últimas palabras antes de morir fueron: "¿Cómo es posible que yo haya llegado hasta aquí?". Durante su ejecución, en la primera descarga se produjo un cortocircuito porque en su pubis tenía clavados más de 20 alfileres y clavos... Pero finalmente Fish murió por causa de una descarga mucho más potente.

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