Las historias de terror en los hospitales son abundantes, enfermeras y médicos suelen relatar con mucha frecuencia sucesos paranormales que ocurren en sus centros de trabajo, historias que involucran a una variedad de fantasmas provenientes del más allá.
¿Por qué estos fenómenos son tan frecuentes en los hospitales? Según los investigadores de lo paranormal, se debe a que se trata de lugares clave entre la vida y la muerte, portales entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos.
El hecho de que las personas sufran sus últimos días de vida en estos sitios los hace puntos idóneos para energías negativas y malignas que repiten los eventos traumáticos que llevaron a la muerte a los pacientes y atrapan a las almas en el espacio y tiempo. Afortunadamente, también son lugares donde inicia la vida y, aunque de forma menos frecuente, es posible escuchar historias de seres benevolentes como ángeles y espíritus blancos que ayudan a los enfermos a curar sus enfermedades. Dale un vistazo a esta compilación de historias publicadas en un foro de enfermeras que relatan las inquietantes historias sobrenaturales que experimentaron las enfermeras en los hospitales.
No dejes que me lleven.
La mejor historia que he escuchado es sobre una enfermera que relató una noche en que fue asignada al área de oncología en el hospital donde solía trabajar. Le fue asignado un paciente que estaba agonizando y que había estado inconsciente durante varios días. En cierto momento del turno de la noche, la enfermera entró en la habitación y vio al paciente en la parte superior de la cámara, este la miró y le dijo “No dejes que me lleven”. La enfermera se asustó y le preguntó al paciente sobre quien quería llevárselo, él le respondió, apuntando hacia arriba, que la cosa negra que flotaba en el aire. Este paciente murió en cuestión de minutos.
Llamada desde la tumba.
Tuvimos un paciente que siempre estaba apretando el botón de llamada. Ya sabes, del tipo que para todo requiere ayuda. Las enfermeras tienen que tomar turnos durante las solicitudes a los botones de llamada de forma que la primera llamada sea atendida de inmediato.
Trabajo de 7:00 p.m. a 7:00 a.m. El hombre murió alrededor de las 8:00 p.m. La expresión de su rostro era como diciendo “¡Cómo pudieron dejarme morir!”. Como si fuera nuestra culpa. En fin, la familia vino y se fueron alrededor de las 9:00 p.m. Cerca de las 10 p.m., el botón de llamada de la habitación de este paciente comenzó a encenderse. Yo estaba allí – el botón se encendía cada 5 minutos.
Una de nuestras enfermeras es una mujer muy espiritual. Alrededor de las 2 a.m., como 4 horas después de esto, la enfermera Mary dijo: suficiente.
Bajó y prácticamente gritó en la habitación vacía: “Sr. X, usted ya ha muerto. No puedo quedarse molestándonos más aquí. Váyase. En el nombre de Jesús, yo le exorcizo de este plano de existencia. Vaya a la luz y sea feliz”
Y no bromeo, el botón de llamada se apagó desde entonces.
Hora de morir.
No sé si esto califica como una historia de fantasmas, pero aquí está. Yo estaba al cuidado de una niña de 12 años con anemia aplásica. Una semana antes de morir, todos los días, a las 12:15 p.m. solía sentir un escalofrió que recorría toda mi espalda y me ponía la piel de gallina. Le mencione esto a la enfermera del turno de noche, quien estaba convencida de que la niña moriría a esa hora.
Algunos días después, sus padres decidieron detener todos los tratamientos. Ella entró en coma. A las 12 del mediodía se despertó; me pidió que la sostuviera, dijo adiós a sus padres, abuelos y hermanos y murió en mis brazos. Fue exactamente a las 12:15 p.m.
Betty ha vuelto.
Trabajo como Enfermera Asistente Certificada (CNA) en atención a largo plazo para un asilo de ancianos. Tuvimos a una residente, su nombre era “Betty”, y era totalmente independiente, todas las actividades diarias las hacía por su cuenta y las hacía muy bien, nunca tuvo un incidente. La única ocasión en que solicitaba ayuda era a la hora del baño, requería que alguien estuviera a su alrededor para asegurarse de que no resbalara y cayera.
Betty enfermó de neumonía y tuvo que ser hospitalizada. Cuando regreso, ella estaba demasiado débil para hacer las cosas por su cuenta, pero era demasiado terca como para pedir ayuda. Lo último que la CNA le dijo antes de irse de su cama fue “Si usted quiere levantarse, presione el botón de llamado. Vendré a ayudarla”. Por supuesto que no lo hizo, se deshizo de la alarma, salió de la cama y cayó. Betty murió a causa de la caída. Su cama estuvo vacía desde entonces.
Una semana después la luz de llamada de la habitación comenzó a encenderse. Pensando que era el residente de la cama B caminé a la habitación para ver que deseaba. Entré en la habitación para ver que la luz de la cama B y A estaban apagadas, la luz encendida venía de la cama C (la cama de Betty). Mis ojos se llenaron de lágrimas, salí de la habitación e hice que otra persona apagara la luz de la cama.
No me dejen morir.
Realmente esto se trata más de una historia de posesión que de fantasmas. Estaba auxiliando a una enfermera con un paciente que había tenido una vida muy dura. Tenía muchas afecciones, desde enfermedades cardíacas hasta insuficiencia renal. Este hombre tenía mucho miedo de morir. Cada vez que el monitor de su corazón sonaba, entraba en un estado euforia y rabia. “¡No me dejen morir!, ¡No me dejen morir!”. La otra enfermera y yo nos enteramos de las razones por las que no quería morir.
Cerca de las 2 a.m. su monitor cardíaco empezó a avisar de una taquicardia ventricular. Ambos nos apresuramos a la habitación. Yo llevaba el desfibrilador detrás de mí. Cuando entre a la habitación, la otra enfermera está completamente en blanco. Este hombre estaba sentado por sobre 2 pulgadas encima de la cama y reía a carcajadas. Todo su aspecto había cambiado por completo. Sus ojos tenían una mirada de pura maldad y esa sonrisa malvada en su rostro. Él se río de nosotros y dijo: “Estúpidos, ¿Ustedes son los que no me dejaran morir?” y río nuevamente. Estábamos congelados. Logre salir del trance y presione el botón de Código Azul (el paciente requiere de atención especializada) y cuando hice esto, el hombre volvió a entrar en una taquicardia ventricular. Empezamos el proceso de resucitación, pero luego de 20 minutos se había ido.
Cinco minutos después de declarado como muerto, con el equipo de especialistas aún en la habitación, este hombre se sienta arriba de la cama y dice “Tú me dejaste morir. Qué pena”. Y luego comienza a reír. El hombre se desploma de nuevo en la cama y en seguida escuchamos un terrible grito de agonía (realmente todos los pacientes de esa noche en la unidad comentaron sobre el grito), y luego se pudo escuchar un susurro de “no me dejen morir” por toda la unidad. Cada una de las enfermeras de esa noche estaba pálida y asustada. Nadie quería moverse de su lugar sin compañía. Por la mañana los susurros se habían ido. Las enfermeras del turno nocturno realizaron un servicio de oración en la sala de descanso antes de irnos a casa y luego todos tuvimos pesadillas durante semanas.
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