La moda reciente de celebrar los difuntos con calabazas y fiestas de disfraces viene de EE.UU, pero lo cierto es que el origen de esta celebración entronca con unos cultos que no nos son tan ajenos. La tradición de celebrar Halloween la llevaron a EE.UU. los irlandeses que emigraron en el siglo XIX, ya que la tradición de Halloween es de origen celta.
Halloween nace de una celebración celta llamada Samhain, el día más importante del año en el que se celebraba el final de la cosecha. La palabra samhain significa ‘fin del verano’ en gaélico antiguo (la lengua celta de la que provienen los idiomas celtas modernos, como el irlandés). Con el Samhain comenzaba el nuevo año, que empezaba en la estación oscura (al contrario que el año romano que empezaba en marzo con la primavera). Los antiguos celtas creían que la frontera que une a este mundo con el más allá se estrechaba con la llegada del Samhain y los espíritus podían saltar de un lado a otro. Por eso la celebración consistía en honrar a los ancestros familiares y ahuyentar a los espíritus dañinos: los celtas se disfrazaban para para que los malos espíritus no les reconocieran como humanos. Pero sobre todo y en esencia, el Samhain era una celebración agrícola en la que se hacía balance de los suministros de alimentos que había dejado la cosecha y de las provisiones disponibles para pasar el invierno.
Con la romanización, las tradiciones celtas se romanizaron y después se cristianizaron, y el Samhain pasó a ser la celebración de Todos los Santos (la palabra Halloween originariamente era “All Hallow’s Eve”, es decir, víspera de Todos los Santos). Sin embargo, algunas zonas de España mantuvieron el espíritu pagano original de la celebración: algunos testimonios hablan de que en Mieres (Asturias) se celebraba el Día de los Difuntos dejando velas y comida en los caminos para alumbrar a las ánimas que transitaban esa noche en procesión con la Santa Compaña (también llamada Güestia) . Otras fuentes hablan de banquetes en las tumbas de antepasados y de castañadas en las que se dejaban castañas en los sepulcros como alimento para los muertos. Incluso en algunas zonas de Galicia(donde se mantiene el nombre de Samaín), era tradición que la noche del 31 los niños tallaran calabazas y pidieran dulces de casa en casa. Son tradiciones autóctonas no tan distintas a las que hemos visto en tantas series y películas americanas.
Como tantas otras festividades (San Juan, Navidad o Semana Santa), las aparentemente celebraciones cristianas no dejan de ser tradiciones paganas muy anteriores al cristianismo. El origen celta de Halloween nos recuerda que nuestras tradiciones son heredadas de culturas ancestrales que organizaban sus celebraciones en torno a la vida cíclica del campo y las estaciones.
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