martes, 12 de julio de 2016

El Monstruo de Montmarte



THIERRY PAULIN


Nació el 28 de noviembre de 1963 en la isla Martinica. Su padre abandonó a la familia poco después de su nacimiento y su madre, que tenía 17 años, creyó que no podría hacerse cargo de él y lo envió con su abuela. Su abuela no podía dedicarle mayores atenciones ( tenía un restaurante), y es así como Thierry vive sus primeros años, alejado de todo afecto y cariño.

Al cabo de un tiempo, su progenitora se vuelve a casar y tiene tres nuevos hijos. Thierry es llevado con su nueva familia pero el marido de su madre no se llevaba bien con él y lo envían a la casa de su verdadero padre, en Francia. Y como no, su padre también había formado un nuevo hogar y tenía dos hijos, por lo que el joven Paulin se siente rechazado por todos y no encuentra un lugar que le brinde la atención y cariño que necesita. Todos estos contratiempos se reflejan en su personalidad, que se manifiesta violenta y difícil.

A sus 18 años, durante la mili, asalta una tienda amenazando con un cuchillo a la cajera. Por este hecho, cumple una semana de prisión. Al terminar la mili se instala en la romántica París y comienza a frecuentar lugares para homosexuales. En uno de estos clubes nocturnos consigue trabajo como travestido. Orgulloso de su empleo, invita a su madre a una de sus actuaciones, pero ella se horroriza al verlo vestido de mujer y se marcha, rechazando así la condición homosexual de su hijo.

Thierry se une en pareja con Jean Mathurin, y deciden ir a vivir juntos a un hotel. Llevaban una vida fastuosa, con todos los lujos, frecuentaban todos los restaurantes y se mostraban en público. Pero poco duró la vida lujuriosa para ellos y acabaron mudándose a un sitio más económico. Comenzaron a discutir por celos y la pareja entró en crisis.

Comenzaban días de estafas y tráfico de drogas, ya que esa era la única manera que encontró Thierry para poder saldar las deudas que había contraído. A estos crímenes se sumarían otros de diferente naturaleza, empezaba una carrera criminal en París cuyo blanco eran las ancianas.
7

En enero de 1994, una anciana de 91 años, fue atacada por dos hombres que la amordazaron, ataron, golpearon y robaron todos sus ahorros. Si bien sobrevivió al asalto, su estado de nervios le impidió reconocer a los agresores.

En un distrito cercano, y ese mismo día, otra mujer de edad avanzada, 83 años, fue asfixiada con una almohada y su cuerpo atado con el sujetador de la cortina. Tras el crimen, se retiran del lugar llevándose 200 francos. Cuatro semanas después, el asesinato de una anciana de 89 años es noticia.

En este caso, la mujer había sido sofocada con una bolsa de plástico, le robaron 500 francos y un reloj. Las agresiones continuaron y la siguiente víctima fue una maestra jubilada de 71 años, a quien amordazaron, ataron con un cable y golpearon con tanta furia que le fracturaron la nariz, la mandíbula y todos los huesos del lado derecho del cuerpo, finalmente la estrangularon con una bufanda. El robo les dejó unos 10.000 francos.

El descubrimiento de un nuevo cadáver conmocionó a la ciudad, ya que la suma de mujeres asesinadas ascendía a 8 en solo 5 semanas. La desafortunada víctima era una mujer de 84 años y sufrió terribles golpes en el rostro, fue obligada a ingerir soda caústica- tenía la garganta y la boca totalmente abrasadas-, y torturada hasta la muerte. También hubo un robo asociado, que ascendió a la suma de 500 francos. Hasta el momento, la Policía estaba desorientada, pues el móvil de los homicidios parecía ser el robo pero las sumas sustraídas eran de escasa importancia, por lo que los investigadores trazan un perfil del posible atacante, trabajo bastante complejo pues los crímenes no encajaban en ningún patrón conocido: no existía un móvil sexual pero sí era altamente importante el sadismo, la ferocidad y la impiedad de que eran objeto las mujeres atacadas.

La ausencia de pistas concretas para atrapar al asesino hizo entrar en pánico a toda la población, por lo que la Policía tuvo que reforzar la zona frecuentada por el asesino con personal de otros distritos, así como también poner a disposición de la población teléfonos de emergencia para asesoramiento o para denunciar alguna situación extraña.

Para el verano de 1986 ya habían sido asesinadas unas 16 ancianas, dos años después del comienzo de los ataques, con un período en el cual no se manifestó la presencia del asesino en la zona. La razón por la cual Thierry no mató durante doce meses es fácilmente explicable: estaba encarcelado por venta de cocaína. Sus huellas dactilares fueron tomadas, pero no se cotejaron con las encontradas en las diferentes escenas del crimen de los asesinatos puesto que eran delitos diferentes y, además, Paulin había sido arrestado en otro distrito y no en París. Lamentablemente, la información no se cruzó.



Afortunadamente, la primera víctima se recuperó del trauma, y tres años después estaba dispuesta a contar, con lujo de detalles, las características de su atacante. Con esos valiosos aportes se confeccionó un retrato que se distribuyó en todo París y sus alrededores. Finalmente, Thierry Paulin fue identificado y detenido. Tras comprobar que sus huellas eran iguales a las halladas en las escenas de los asesinatos, fue interrogado por la Brigada Criminal durante 43 horas ininterrumpidas!!, finalmente se declara autor de unos 20 asesinatos.

Mientras duró el interrogatorio no demostró remordimiento alguno, para él la vida no valía un penique, sobretodo la vida de las personas mayores, a quienes odiaba. Puede que ese sentimiento fuera fruto del rechazo del que fue objeto toda su vida, desde la niñez hasta cuando se manifiesta homosexual, el desamor e incomprensión lo hicieron indiferente al sufrimiento ajeno. Confesó que no siempre actuaba solo, y que ataca a los débiles, que únicamente en los primeros homicidios lo acompañó su amante Jean Mathurin. Declarado culpable de asesinato y robo con violencia en 18 ocasiones.

El 16 de abril de 1989, mientras cumplía su condena, murió en su celda, enfermo de SIDA, a la edad de 26 años.

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