miércoles, 17 de febrero de 2016

Las lluvias reales de peces



¿Es acaso Cristo o se trata de un fenómeno natural?

Documentos sobre peces que llueven del cielo forman parte de la delgada frontera entre lo inexplicable y los límites del saber actual. Hay historias sobre el tema que datan de la época de los griegos, y en el siglo pasado hay cientos de reportajes bien documentados: sesenta vienen de Australia y se ha presentado el mismo fenómeno en Gran Bretaña, la India, EE.UU. y varias partes de África, aunque los detalles cambian. A veces los peces colean todavía vivos, indefensos en el suelo como si hubieran caído de un lago celestial; otras, caen muertos o congelados, como si fueran descargados del congelador de un supermercado en órbita...


Para añadir más confusión al asunto, pueden caer peces en diferentes estados, y la lluvia puede conformarse con un solo pez o con un banco de varios cientos.

Estos sucesos escalofriantes atraen explicaciones extrañas. Antes creían que estaban presenciando una generación espontánea de la naturaleza que, debido a su horror al vacío, creaba vida para colonizar el agua con nuevos cuerpos. Una explicación imaginativa sugería que los peces migraban utilizando el poder de la teletransportación, desapareciendo de un lugar para materializarse en otro. Aunque esta idea implica un alto grado de ciencia ficción contemporánea, se remonta a siglos atrás.

Hoy en día, existen explicaciones más racionales para estos raros fenómenos. Los peces que caen en pequeñas cantidades son más fáciles de explicar: es probable que sean arrojados por las aves. Las aves se alimentan de pescado llevan sus presas en el pico o en las garras y este hecho, a su vez, las convierte en presas fáciles para los carroñeros. En una persecución aérea, la victima suele soltar a su presa para poder escapar, ofreciendo a los merodeadores un pez fácil. Aunque nos sorprenda, las confrontaciones de este tipo son muy comunes: varios pájaros, incluyendo las gaviotas grandes y los pájaros rabihorcados, viven de este tipo de piratería. Si los carroñeros fallan al recoger el pez y este cae, a cualquiera le parecería ver llover un pez del cielo.


Los bancos de peces que llueven son más difíciles de explicar, pero el poder oculto del viento nos dará la respuesta. Los tornados están entre los fenómenos atmosféricos más estudiados, pero su impredecible naturaleza los ha convertido en asunto misterioso y elusivo. De todas maneras, tanto las investigaciones que utilizan el radar con efecto Doppler como los análisis de los desastres que dejan a su paso han revelado una cuestión muy importante sobre el poder de estos tornados.
Aunque los tornados se mueven relativamente lentos, el aire interior de su núcleo gira a unos 500 km/h. Tremendos descensos de aire a presión crean una enorme succión que recrea un mudo al revés. Los tallos de trigal se convierten en dardos mortales capaces de penetrar troncos de los árboles como lanzados por armas de viento. Los cascotes de madera de los edificios, destrozados y rotos en el torbellino del ojo del tornado, se convierten en misiles de aire que pueden traspasar hierro sólido.
Un tornado también tiene un increíble poder ascensor; puede arrancar casas de sus cimientos y lanzarlas como si se tratara de ropa dentro de la secadora; levanta coches y camiones con furia al campo, transportándolas a varios kilómetros de distancia y dejándolos en el suelo sin que hayan sufrido daños. La gente puede sobrevivir a vuelos de ensueño como los de Dorothy en El mago de Oz.

Un viento capaz de arrastrar a la gente y al ganado en un abrazo volátil también tiene el poder de succionar peces.
Al azotar el agua, los fuertes vientos nos muestran otro poder: aspiran creando una columna acuática rotante, llamada tromba de agua. Un pez que esté en la superficie será succionado por la corriente y arrojado por una nube de tormenta. Manteniéndose a flote en estas nubes de tormenta, podrían ser transportados a largas distancias. Cuando se calman las fuerzas violentas, los peces podrían aterrizar lejos de sus lugares de procedencia.


Un torbellino de viento parece la explicación más razonable para la lluvia de peces, pero, como teoría científica, no contempla todos los casos. Por ejemplo, no explica por que las lluvias de peces están conformadas solamente por una especie.
En la versión electrónica del diario iol.co.za, apareció en el diciembre del 2000 la siguiente noticia:

Atenas - Una gran lluvia de peces minúsculos llovió sobre la aldea de Korona, en las montañas del norte de Grecia en el año 2002.
La televisión griega divulgó la noticia atribuyendo el incidente a un mini-tornado.

Los aldeanos descubrieron que la especie de pez pertenecía a los bancos del lago Doirani, situado en la frontera griega con la república yugoslava de Macedonia.

Según un meteorólogo de la universidad de Salónica, en el norte de Grecia, los peces fueron succionados de la superficie del lago por un mini-tornado formado durante una tormenta. El fenómeno es muy raro.

Pero los peces no son los únicos que llueven del cielo. Salamandras, camarones de agua dulce, cangrejos y serpientes de agua también han protagonizado misteriosos incidentes relacionados con éstas extrañas lluvias. Igual que las ranas y los sapos, aunque su materialización tiene una explicación más simple. Ranas y sapos jóvenes migran de sus charcas natales en medio de los chaparrones y éste éxodo masivo puede transformar el suelo en una multitud saltarina de anfibios. Sería fácil asumir que ha llegado con la lluvia en vez de aparecer a causa de ésta.

La expresión anglosajona "llueven gatos y perros" hace referencia al parecer a la lluvia de animales, pero este dicho tiene orígenes medievales y lo más probable que esté relacionado con el drenaje que se realizaba en calles de las viejas ciudades para su limpieza. En estos tiempos, un fuerte chaparrón hubiera arrastrado y ahogado a animales del tamaño de los perros y los gatos.

Otra extraña lluvia es la de gelatina luminosa que rocía los campos. Este fenómeno apareció al principio en los campos galeses.
Primero se pensó que sus orígenes eran extraterrestres, pero una explicación más terrenal para la extraña aparición tiene que ver con las aves depredadoras. Las garzas y otras aves que se alimentan de ranas, suelen encontrar masas gelatinosas de huevas de rana en sus capturas, sobre todo a principios de la temporada de crianza. Estas masas aumentan con el contacto con el agua situada en el estómago de las aves y, para evitarlo, las aves expulsan la desagradable gelatina. Cuando el vómito de gelatina absorbe el agua presente en la vegetación circundante deviene el fenómeno

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