lunes, 21 de septiembre de 2015

¿QUIERES SABER QUIEN SOY?



Un señor va de camino a otra ciudad por unos negocios que tiene y a un lado de la carretera se encuentra a una chica rubia y hermosa. Atraído por su inusual belleza la sube en su auto y la bombardea con preguntas sobre su identidad, sin embargo, lo único que la mujer le deja saber es que se llama Sylvia y vive en un pueblo al que conduce un estrecho camino vecinal. El hombre no tiene ninguna prisa en llegar a su destino así que llevarla a su casa no es ningún contratiempo, ni siquiera si su vivienda se encuentra fuera de su ruta.

La senda es algo difícil de cruzar, pero con un poco de potencia lo logra y deja a la joven en su parada. Después de veinte minutos de haberla dejado, el hombre nota que su bolso todavía está presente en el asiento delantero y se devuelve por el mismo camino hasta llegar a su casa. Toca el señor la puerta y la que abre es una señora mayor amargada.
- Señora, ¿se encuentra Sylvia? Ella dejó su bolso en mi auto cuando...
- Escuche -interrumpió la doña-, la única Sylvia que alguna vez vivió aquí murió hace diez años.

El hombre, ya desesperado pide una fotografía de la tal Sylvia para probar que todo es un probable error, pero cuando la ve se da cuenta de que es exactamente la misma mujer que hacía minutos había subido a su carro y desconcertado prosiguió su camino al lugar al que quería llegar para olvidar el incidente lo antes posible.

El señor hace todas sus diligencias de trabajo y tarde en la noche parte hacia su ciudad. Al otro lado de la autopista observa la misma mujer rubia y deslumbrante mirando diversos autos con sus tímidos ojos, el caballero atónito dobla en U y se parquea justo al frente de la mujer misteriosa. La mujer sólo lo mira.
- Tú ¿quién eres en realidad? ¿de veras te llamas Sylvia? -Sylvia no dice nada y el hombre insiste:- ¿Eres acaso una impostora?
- ¿Quieres saber quién soy? -contestó-, échate para acá.



Ante las palabres, al hombre, tembloroso, acercó su cara hacia la de Sylvia y cuando menos se lo esperaba esta vociferó:

- ¡El Diablo!

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