lunes, 21 de septiembre de 2015
LA LEYENDA DE LA NOVIA ASESINA
En una época no aclarada vivía una hermosa joven de buena familia que ya había entrado en edad casadera. Muchos hombres de la ciudad la cortejaban esperando obtener sus favores, pero la joven era un tanto presumida y no parecía conformarse con ninguno de los galanes que la acosaban.
Sus padres la animaban a hacer su elección, pero ella demoraba el momento, no por falta de interés sino en pos de conseguir al mejor partido.
Fue así que la joven conoció, dicen que por casualidad, a un caballero extraordinariamente apuesto, de excelente educación y mejores modales. La joven se enamoró inmediatamente y esperó ansiosa la proposición matrimonial de este hombre, que no tardó en llegar.
No obstante, él impuso una condición arriesgada para la época: debía conocerla en la intimidad, un pedido que era conocido en tiempos antiguos como "la prueba de amor". La joven dudó al principio, pero era tal la fascinación que sentía por el muchacho que se avino a su pedido.
Para su alivio, nada cambió después de que se hubiera consumado la por ahora precaria unión.
El día de la boda, por fin, llegó. A la hora señalada se presentaron en la iglesia gran cantidad de invitados. La novia lucía un vestido impactante, y las celebraciones planeadas rivalizaban con las de una princesa.
Cierto malestar comenzó a notarse cuando los minutos transcurrieron y el novio no se hacía presente. El malestar se trocó en indignación al cabo de pocas horas, y en alarma cuando el novio fue buscado en los lugares que solía frecuentar, su domicilio y todo sitio posible y no fue hallado.
La boda se suspendió, y la joven mujer se sumió en la depresión más profunda.
Los días pasaron. Sin novedades del novio, los padres y familiares de la novia desistieron de seguir buscándolo. Todos comentaron con cierta resignación que la mujer había sido afortunada, ya que se había librado de un timador sin pagar los costos por ello.
Nadie sospechaba del terrible secreto que la desafortunada joven guardaba, en una época en la que la virginidad femenina era considerada requisito indispensable para el matrimonio.
Semanas después la jovencita seguía echada en su cama, sin ganas de continuar su vida, contemplando su vestido de novia. Una tarde, en la que se encontraba sola en la casa a excepción de la servidumbre, vistió su ropa de novia, se paró frente al espejo, y tomando un chuchillo que había ocultado en su cuarto, se dio muerte frente a la mirada aterrada de las criadas. Enorme fue el dolor que la familia sintió. Su entierro conmovió al toda la ciudad.
Pasaron los meses. Un día, un hombre había sido hallado muerto a puñaladas frente a una iglesia. En sus manos se hallaba un anillo de bodas.
Según testimonios de personas que encontraron el cadáver a la madrugada, la sombra de una mujer que vestía atuendo de novia había sido vista en los alrededores.
Los familiares de la joven muerta, temerosos de lo peor, acudieron secretamente al cementerio. Al abrir el ataúd, hallaron la sorpresa aterradora que esperaban evitar: no había cadáver en la tumba.
Que aquel hombre asesinado a puñaladas en la iglesia era el mismo que había engañado a la joven y faltado a su palabra.
Desde entonces los rumores cuentan que un fantasma que se venga sin piedad a los hombres que destruyen los sueños y reputación de las mujeres con las que coquetean.
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