ancestros se tienen la creencia de que los fantasmas son espíritus de gente fallecida, que después de haber sufrido alguna tragedia o dejar algún asunto pendiente en vida no pueden descansar en paz; quedando atrapados en un plano invisible entre la vida y la muerte. Esta experiencia traumática y dolorosa provoca que el dolor se lleve más allá de la tumba. Como es el caso de las protagonistas de nuestra siguiente leyenda.
En un día lluvioso de septiembre, hace un par de décadas, cuando en el pueblo de Pozuelo de Alarcón, dos niñas de 5 años fueron abandonadas debajo de un árbol. Solo las acompañaba una nota y algo de comida. Por días, lloraron y llamaron a su madre, hasta que la policía las encontró.
Fueron llevadas a un orfanato cercano, del cual se escapaban a diario, para ir hacia el árbol y gritarle a su madre que volviera. Pero para su tristeza, ella jamás aparecía. Uno de tantos días, la fortuna no estuvo de su lado y mientras esperaban, un rayo cayó en la cercanía, derribando otro árbol, el cual aplastó a las dos
niñas, quitándoles la vida.
Desde aquella noche, se dice que los días lluviosos a las cuatro de la mañana, el espíritu de las chicas se materializa llamando aun a su madre, y cualquiera que se acerca sin ser ella, muere aplastado por un árbol, que cae a consecuencia de un rayo.
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