miércoles, 25 de mayo de 2016

Una pareja asesina


GERALD Y CHARLENE GALLEGO

Le dijeron a Gerald Gallego de 9 años que su padre había muerto en un accidente de coche. Le mintieron. Gerald era un niño muy travieso, a sus 13 años mostraba una orientación anormal hacia el sadismo y el sexo. Al poco tiempo de cumplir los trece fue encarcelado por la Autoridad de la Juventud de California por haber tenido sexo con una niña de 6 años.

Gerald vivió la mayoría de sus años formativos entre barrotes. Se casó con siete mujeres distintas entre las sentencias de prisión, generalmente sin el beneficio del divorcio. Sólo debemos preocuparnos por su séptima mujer, Charlene, quien extrañamente saboreaba el estilo de vida salvaje de su marido.

De forma distinta que Gerald, Charlene provenía de una familia estructurada y afectiva, muy respetada en la zona de Sacramento en California. Por razones que sólo ella comprendía, se enamoró y se casó con Gerald Gallego.

Charlene tenía 24 años, Gerald 32 cuando la pareja se graduó pasando de abuso de menores, violación y robo a convertirse en asesinos en serie lascivos.


El 11 de septiembre de 1978, Rhonda Scheffler, 17, y Kippi Vaught, 16, salieron en el coche familiar de los Schefflers para ir de compras por las tiendas de Sacramento. Las chicas nunca volvieron a casa. Dos días más tarde, sus cuerpos aparecieron a 25 kms aproximadamente de la ciudad. Habían sido golpeadas con un hierro y disparadas con una pistola de calibre 25. Ambas habían sido abusadas sexualmente.

Nueve meses más tarde, el 24 de abril de 1980, Stacy Redican y Karen Chipman-Twiggs desaparecieron del paseo de compras de Sacramento. Sus cuerpos en descomposición fueron hallados en julio por personas que hacían un pic nic a 120 kms de Reno. Habían sido golpeadas en la cabeza con tanta fuerza que sus cráneos estaban partidos.

Linda Aquilar, 21, estaba embarazada de cinco meses cuando desapareció . Su cuerpo fue recuperado de un pozo a pocos kilómetros de Oregon. Al sur de Gold Beach. Había sido atada de pies y manos con una cuerda de nylon. La autopsia reveló que su muerte había sido causada por los salvajes golpes en la cabeza que había recibido con un objeto de hierro. Había sido enterrada viva.

Virginia Mochel, salió caminando de un bar de Sacramento donde trabajaba y fue hasta el estacionamiento en busca de su coche. Mientras caminaba esos pocos metros, desapareció. El cuerpo de Virginia fue encontrado tres meses más tarde. Sus brazos estaban atados por la espalda.

Los clientes del bar fueron interrogados. Muchos recordaban que Virginia había hablado con un hombre y una mujer varias veces mientras bebían. El hombre, que dijo ser cantinero, era extrovertido y hablaba a los gritos, mientras que su acompañante hablaba muy poco. Eso fue todo lo que la policía tenía como pista. Los asesinatos no pararon.

Mary Beth Sowers y su prometido, Craig Miller, iban a la Universidad del Estado de California en Sacramento. Eran una pareja popular que tenía muchos motivos para mirar hacia un futuro feliz y próspero. Craig había sido nombrado Hombre del Año en la Universidad en 1979.

Mary Beth y Craig fueron a una cena en Carousel, un restaurante muy conocido en Sacramento. Era una cena por el día de los Fundadores de la fraternidad de Sigma Phi Epsilon- Mary Beth estaba preciosa y Craig llevaba un smoking.

Abandonaron el restaurante a media noche y en la oscuridad, una mujer se acercó hasta ellos. Muy tarde, vieron que apuntaba un arma en su dirección. La mujer les ordenó que estacionaran su Oldsmobile de 1977. Un hombre adulto ocupó el asiento delantero del pasajero. La mujer con el arma saltó al asiento del conduactor y arrancó a toda velocidad, pero no sin antes que uno de los amigos de los estudiantes anotara el número de matrícula del coche. Se había acercado a investigar y recibió una cachetada de la mujer antes de entrar al vehículo. Anotó el número y llamó a la Policía.

El coche junto con los dos estudiantes raptados, estacionó en una ruta alejada en el Condado de El Dorado. A Craig se le ordenó salir del vehículo y acostarse boca abajo en la ruta. El hombre, ahora equipado con un arma, disparó tres tiros en la nuca del desafortunado estudiante.

Mary Beth Sowers se horrorizaba mientras su prometido era asesinado a sangre fría. Luego ella fue llevada a un apartamento en Sacramento donde fue violada. La compañera del hombre esperó fuera de la habitación. Mary Beth fue llevada desde el apartamento hasta las afueras de la ciudad, donde se le disparó tres veces en la cabeza.

El día después de los asesinatos, Charlene Gallego fue interrogada por la Policía. Les dijo muy poco además de contarles que se había emborrachado la noche anterior y no podía recordar nada de lo que había ocurrido. La Policía no tenía idea de que estaban involucrados en la investigación de un asesinato. Sólo sabían que tenían un reporte de dos estudiantes que habían abandonado la cena de la fraternidad bajo circunstancias sospechosas.

Más tarde, ese día, cuando se encontró el cuerpo de Craig, la Policía volvió corriendo al apartamento de Charlene. Ella y el se habían ido. Unas pocas preguntas revelaron que el marido de Charlene era un tal Gerald Gallego, un hombre con una larga ficha policial, incluyendo muchos crímenes sexuales.

Charlene contactó a amigos, intentando que le enviaran dinero. La Policía fue notificada y estaba esperando a los Gallego en la oficina de Western Union en Omaha, Nebraska. Regresados a California, ambos inicialmente dijeron no ser culpables de los cargos de asesinato y secuestro. Unas semanas después de haber sido llevados en custodia, el cuerpo de Mary Beth Sowers fue encontrado en un campo.


Charlene, que estaba embarazada de siete meses al momento del arresto, dio a luz a un niño en la cárcel. El bebé, Gerald Jr., fue dado a unos parientes para ser criado.

Pasaron los meses. Charlene, alejada de la personalidad dominante de su marido, lentamente comenzó a revelar los detalles de la seguidilla de asesinatos.

En el mismo momento, ella pidió por su vida. Eventualmente, sus abogados llegaron a un acuerdo. Recibiría una sentencia de 16 años y ocho meses en prisión por los asesinatos de Craig Miller y Mary Beth Sowers y otra sentencia de 16 años y ocho meses por las muertes de Stacy Redican y Karen Chipman-Twiggs en Nevada. Sería inmune de juicio por cualquier otro cargo. A cambio, diría todo lo que sabía sobre la participación de su marido en las matanzas.

Charlene contó mucho. A veces, ella era usada como carnada para atraer a las chicas a que subieran al auto. Otras veces usaba un arma. El motivo de los crímenes había sido el pervertido deseo sexual de Gerald. En todos los casos, él hacía lo suyo con las víctimas mientras que Charlene esperaba u observaba hasta que quedaba satisfecho. Las víctimas luego eran asesinadas.

En el verano de 1982, Gerald Gallego se presentó a juicio por el asesinato de Craig Miller y Mary Beth Sowers. El juicio duró tres meses y medio. Gallego fue culpable y sentenciado a morir en la cámara de gas de California.

Como en California no eran muy simpatizantes de ejecutar a los asesinos, se decidió que Gerald debía ser enjuiciado en Nevada por los asesinatos cometidos allí. Se creía que había más chances de que Nevada llevara a cabo su ejecución. Una vez más, se le enjuició y fue hallado culpable y sentenciado a morir. En el presente está esperando ser ejecutado en la Prisión Estatal de Nevada en la ciudad de Carson. Charlene está sirviendo su condena al lado, en el Centro Correccional de Mujeres en Nevada. No se permite el contacto entre marido y mujer.

Irónicamente, Gerald padre, era un convicto de 28 años en el momento en que su hijo tenía nueve años. Tras cumplir condena en San Quintín, mató a un carcelero que le estaba asignando su celda. Luego de llegar a Mississippi, fue recapturado. Gerald padre arrojó lejía en la cara de un guardia y golpeó al ciego oficial hasta matarlo.

En 1955, Gallego padre fue el primer hombre en ser ejecutado en la cámara de gas de Mississippi.

El 18 de julio de 2002, Gerald Gallego de 56 años, murió en el centro médico regional del sistema penitenciario de Nevada. Sufría de cáncer rectal, que se había esparcido a su hígado y sus pulmones.

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