sábado, 28 de mayo de 2016

Dr. Holmes



HERMAN WEBSTER MUDGET

Encantador estafador y ladrón ingenioso que haría lo que fuese por conseguir un solo dólar pues su avaricia y astucia no le impediría otra cosa en su vida que ser el gran protagonista de la falsificación y el fraude. Nació en 1860 en Gilmanton en el seno de una honrada y puritana familia de New Hampshire. Se sabe de su padre que padeció de alcoholismo y le maltrató durante sus primeros años con mucha crudeza.

A los 18 años se casó con Clara Louering, una chica joven y además rica, quien pagaría sus estudios de medicina, arruinaría, y después, una vez obtenido con lustre su diploma en la Universidad de Michigan, la abandonaría por una guapa viuda que complacería sus necesidades gracias a las rentas de su respetable casa de huéspedes. Siendo ya médico, dejó sin pena aquella segunda conquista.

Alto, guapo, con aire distinguido y siempre elegantemente vestido, Mudget tenía innumerables éxitos amorosos. Al llegar a Chicago, no tardó en seducir a una encantadora joven y casualmente millonaria llamada Myrta Belknap. Para vencer las reticencias que la virtuosa señorita le oponía, se bautizó como Holmes y se casó con ella, y gracias a unas falsificaciones de escrituras, se apresuró a estafarle 5.000 dólares a su familia para construirse en Wilmette una suntuosa casa.

En 1889 marcha a la tierra de las oportunidades, América, se instala en Chicago respondiendo a un anuncio del periódico: " Se necesita farmaceútico". Pronto asumió el control del negocio y consiguió la gerencia de la farmacia propiedad de una viuda excesivamente ingenua, de quien se hizo a la vez su amante y hombre de confianza. Vendió sus invenciones medicinales por correo, incluso curaciones falsas para combatir el alcoholismo. A base de falsificaciones de contabilidad y malversaciones de fondos, logró adueñarse de la totalidad de los bienes de la desgraciada, amontonó una gran fortuna y después la hizo "desaparecer" y puso en obra su gran proyecto, el castillo Holmes.

Se aproximaba la famosa Exposición Universal de Chicago de 1893, que atraería a la ciudad gran afluencia de gente, pues se trataba del reflejo gigantesco del progreso de la humanidad en la industria y la ciencia, momentos de seguridad y optimismo.


Cabía esperar que acudieran a tal célebre acontecimiento multitud de espectadores y para suerte de Holmes, mujeres guapas, ricas y solas. Holmes no podía desaprovechar la oportunidad del evento y gracias a una serie de estafas adquirió un terreno y emprendió la construcción de un enorme hotel para satisfacer las necesidades de la ciudad con el aluvión de gente que necesitaría de un tranquilo y acogedor hospedaje en su hotel, concebido como si de un castillo se tratase, con cierta estética de fortaleza medieval. El interior del hotel lo diseñó él mismo. En cada una de las habitaciones se escondían trampas y puertas correderas que daban a un laberinto de pasillos secretos desde los cuales, por unas ventanillas visuales disimuladas en las paredes, el doctor podía observar a escondidas el vaivén de sus clientes y sobretodo sus clientas. Las habitaciones estaban insonorizadas y algunas no se podían abrir desde dentro. Las mujeres quedarían atrapadas tras un panel de cristal en un compartimento hermético en el cual, Holmes bombearía con el gas mortal. El cuerpo sería enviado después al sótano a través de una rampa que desembocaría en las tinas de ácido y cal, y en el centro del sótano una mesa de disección donde cortaría los cadáveres quitando los órganos principales. Después Holmes vendería los esqueletos blanqueados a las Universidades de Medicina.

Con solo abrir unos grifos de gas podía asfixiar a los ocupantes de algunas habitaciones. También disponía de un montacargas y dos especies de toboganes que servían para hacer bajar los cadáveres a una bodega ingeniosamente instalada donde eran disueltos en una cubeta de ácido sulfúrico, reducidos a polvo en un incinerador o simplemente hundidos en una cuba llena de cal. En una habitación había instalado un impresionante arsenal de instrumentos de tortura. Con sus conocimientos de medicina, envenenaba y gaseaba a sus víctimas, desmembrando sus cuerpos y alterándolos con química o quemándolos. ¿ Cuáles serían sus motivos? la satisfacción o deseo sexual o ambas, nunca lo sabremos.


El Castillo Holmes fue terminado en 1892 y la construcción la llevaron a cabo varias empresas, éstas nunca fueron pagadas e interrumpían pronto sus obras, de esa manera el propietario era el único en saber detalladamente los arreglos que habrían podido suscitar la curiosidad. La exposición de Chicago abrió sus puertas el 1 de mayo de 1893. Durante los seis meses que duró la exposición, la fábrica de matar del Dr. Holmes no se desocupó. El verdugo escogía a sus "clientas" con mucha precaución, pues el anuncio que puso en el periódico decía: "Hotel para mujeres solas", para evitar las visitas inoportunas de amigos o familiares.

Con la llegada del final de la Exposición, los beneficios del hotel disminuyeron y Holmes pensó que el medio más sencillo de procurarse ingresos sería incendiar el último piso del hotel y reclamar a su asegurador una prima de 60.000 dólares, sin pensar siquiera que la compañía podría investigar antes de pagárselos. Una vez descubierto el pastel por la aseguradora, nuestro doctor tuvo que refugiarse y marchó a Texas, donde se apresuró a estafar como pudo, cosa que lo llevó a la cárcel por primera vez. Liberado bajo fianza, salió unos meses después iniciando así de nuevo una operación criminal.


La idea era sencilla, un cómplice de prisión llamado Pitizel debía hacerse un seguro de vida en una compañía de Filadelfia. Más tarde se presentaría como suyo un cadáver anónimo desfigurado por accidente y no habría más que repartir la prima que cobraría la Sra. Pitizel, mientras que el "muerto" iría durante a algún tiempo a hacerse olvidar a Sudamérica. Pero para desgracia de Pitizel, Holmes tuvo la mala idea de cambiar el plan y de matar realmente a Pitizel. Aquella solución tenía la ventaja de ahorrarle la búsqueda de un cadáver y sobretodo permitirle quedarse con la totalidad de la prima, deshaciéndose de la Sra. Pitizel y de sus hijos, lo que era para él un trabajo rutinario.

Holmes acudió a la morgue para reconocer el cuerpo de su amigo Pitizel y fue a Boston a buscar a la desdichada viuda a quien trajo a Filadelfia para que cobrara su dinero. Aunque la denuncia de un antiguo compañero de celda de Pitizel, Marion Hedgepeth, vino a sembrar la duda en el ánimo de los aseguradores.

La Policía hizo una investigación y remontó con paciencia todos los eslabones de la cadena. Holmes confesó primero la estafa a la compañía aseguradora y, ante las pruebas abrumadoras reunidas en su contra, los asesinatos de la Sra. Pitizel y sus hijos.

Holmes fue condenado a muerte por el Tribunal de Filadelfia y ahorcado el 7 de mayo de 1896 y conforme a su petición su cuerpo fue puesto en un ataud de pino y enterrado a 10 pies sobre cemento, así su cuerpo permanecería seguro bajo tierra pues no quería que ladrones o científicos médicos lo pudieran estudiar. Solo tenía 35 años.

Ante el tribunal, Holmes afirmó haber asesinado a 27 personas. Disfrutaba burlándose de la justicia; confesaba el asesinato de personas vivas, por lo que nunca se sabrá con certeza el número de sus víctimas. Algunas de sus palabras durante el juicio: " Nací con el diablo, no podría ayudar diciendo que soy un asesino, no más que un poeta puede ayudar a la inspiración para cantar. Nací con la malvada situación junto con mi patrocinador, el diablo, al lado de la cama donde me llevaron al mundo, él ha estado siempre conmigo".

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