domingo, 6 de diciembre de 2015

Parásitos diabólicos

Aunque no tengas nada en contra de los bichos asquerosos como las larvas y similares, con toda la certeza no debe agradarte mucho la idea de tener el cuerpo invadido por parásitos, ¿o me equivoco? Pues existen muchos de estos monstruos en la naturaleza, y algunos de ellos, a pesar de ser diminutos, son totalmente diabólicos.


Se trata de animales perspicaces que se valen de las estrategias más extravagantes para sobrevivir, incluso si eso significa destruir todo lo que se cruce en su camino, chupar la vida de sus anfitriones o hasta devorarlos lentamente de adentro hacia afuera. Conoce cinco de estos parásitos que no querrás ver ni en pesadillas.



 El devorador de dinosaurios.



Un famoso tiranosaurio apodado Sue – el espécimen más grande, más completo y mejor conservado de su especie encontrado hasta la fecha – pudo haber perecido debido a una infección provocada por un diminuto protozoario. Sue es una de las principales atracciones del Museo Field de Chicago, y presenta una serie de hoyos en la mandíbula que, hasta hace poco, los paleontólogos creían se trataba de hueso cicatrizado ocasionado por combates sangrientos con otros grandes reptiles.

Sin embargo, según un equipo de investigadores, las heridas de Sue fueron provocadas por un protozoario que infectó su boca y garganta. En la actualidad, algunos tipos de ave sirven como anfitriones pare este parásito sin sufrir muchas secuelas. Pese a esto, cuando la infección ataca a las aves de rapiña como los halcones y gavilanes, por ejemplo, el protozoario provoca lesiones graves que se parecen mucho a las encontradas en Sue.

En el caso del dinosaurio, los científicos creen que la infección probablemente fue tan grave que Sue – con sus 13 metros de altura y siete toneladas de peso – acabó por morir de hambre.


 Parásito extraterrestre.



Para la mayoría de los parásitos, no resulta interesante que sus anfitriones mueran. A fin de cuenta, estos necesitan seguir alimentándose de ellos, ¿cierto? Bueno, eso si el parásito en cuestión no es una avispa parasitoide, un animal maldito que inspiró la creación del aterrorizante extraterrestre de la película “Alien: el octavo pasajero”.

Estas criaturas desovan en el interior de sus víctimas, y los pequeños hijos van devorando a sus pobres anfitriones desde adentro hacia afuera, mientras los bastardos siguen vivos. Y como si no fuera suficiente, algunas especies de estos parásitos incluso logran controlar la mente de sus presas, haciendo que cambien su comportamiento.

Un ejemplo de esto son las larvas de las avispas de la especie Hymenoepimecis argyraphaga, que además de infectar los cuerpos de las arañas (Plesiometa argyra), las perversas criaturas obligan al animal a fabricar telarañas especiales para proteger a sus capullos.



 Exterminador de machos.



Se trata de un género específico de bacteria – conocida como Wolbachia – que infecta al 70% de los invertebrados del planeta, este astuto agente ha desarrollado un malvado plan para seguir esparciéndose a través de las generaciones. La bacteria encontró la manera de infectar los huevos del “anfitrión” para que el parásito esté presente en las siguientes generaciones de insectos.

Pero la cosa no termia ahí: como los machos son inútiles para la bacteria – después de todo, no tienen hijos –, frecuentemente el parásito provoca la muerte de los embriones masculinos o los transforma en femeninos para aumentar el índice de nacimiento de insectos hembra.

 El chupador de lenguas.





Existe un crustáceo – que como puedes suponer por la imagen de arriba, parece una cucaracha – llamadoCymothoa exígua que no tiene suficiente con devorar la lengua de los peces (Lutjanus guttatus) sino que toma su lugar en la boca de los animales. Para tal efecto, el parásito invade el cuerpo de la víctima a través de las branquias y se instala en la base de la lengua, donde comienza a succionar la sangre.

Esta acción provoca que el órgano eventualmente disminuya drásticamente de tamaño al paso del tiempo, y el crustáceo vampiro permanece firme en el sitio hasta que acaba ocupando el lugar que antes pertenecía a la lengua del pez. Los beneficios son obvios: casa y comida gratis.


 Cuidado con los ojos.



No podíamos terminar esta lista de parásitos diabólicos sin incluir uno que ataca directamente a los humanos. Conozcan a la loa loa, una larva que habita en los bosques y pantanos del oeste africanos. La transmisión ocurre mediante la picadura de las moscas – de la familia Tabanidae –, una vez que la mosca pica a un ser humano, estos demonios pasan a circular sobre la piel de las víctimas, alimentándose de los tejidos y fluidos de sus anfitriones.

Y las larvas son bastante complicadas: durante el día permaneces en el torrente sanguíneo de las víctimas de forma que les resulte más fácil infectar a otras moscas que, a su vez, continuaran infectando a más personas con los loa loa. Pero la cosa no termina ahí… durante la noche, las larvas se instalan en los pulmones de los anfitriones e, ocasionalmente, migran hasta los ojos, resultando en una experiencia muy dolorosa.

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