Para los psicópatas que llegan a convertirse en criminales, las únicas leyes son las propias. La crueldad y el poder sobre los demás les provocan placer. Y no hay castigo que les impida actuar de nuevo.
Ni todos los delincuentes son psicópatas y ni todos los psicópatas son delincuentes. Sin embargo, su prevalencia dentro de la población carcelaria es notable: en las cárceles representan un 20% del total, pero esta quinta parte es responsables por el 50% de los delitos graves cometidos por los reclusos. ¿Has escuchado de esos crímenes repletos de crueldad que sorprenden a todo el mundo? Muy probablemente haya un psicópata detrás de ellos.
Pero, ¿por qué los psicópatas eligen el lado del crimen? Aquí hay una primera pista: piensan y sienten de forma diferente a otras personas, en consecuencia actúan de forma diferente. “El psicópata carece de una conciencia moral. No le importa lo que dicta la ley. La entiende a la perfección, pero tiene sus propias leyes. Hace lo que quiere sin importar las consecuencias“, dice el psiquiatra argentino Luis Alberto Kvitko, profesor en la Universidad de Buenos Aires. “Eso no quiere decir que sea inconsciente. Al contrario: tiene plena conciencia de sus actos“.
Como el psicópata sólo es capaz de respetar su propia ley, posee una libertad interior mucho más amplia que la de los demás. Aunque la mayoría de las personas sienten cierta inhibición a la hora de cometer algún delito, el psicópata lo lleva a cabo sin ataduras.
Para él, la violencia y las amenazas son herramientas muy útiles cuando se siente desafiado y frustrado. Y no tiene conexión alguna con el dolor que sienten las víctimas. Utiliza la violencia para satisfacer una necesidad inmediata, como el sexo. Y, después del acto, acostumbra a sentir indiferencia, placer o poder en lugar de remordimiento.
Esto se debe a que visualiza a las personas a su alrededor como objetos disponibles para satisfacer sus propósitos. Esa lógica le impide colocarse en el lugar de otro o sentir remordimiento por el daño que les causa. ¿Quién siente remordimiento por hacerle daño a un objeto?
Fórmula para el mal
La falta de moral, la falta de culpa, las necesidades de poder y la libertad interior ilimitada son el perfil ideal para la formación de un delincuente. El psicópata se construye de forma natural su papel de criminal, así como algunos nacen con cierto talento para el baile, el psicópata tiene un talento nato para delinquir. Su disposición a sacar provecho de cualquier situación, combinada con la falta de control interno, son una fórmula perfecta para el crimen.
Esta fórmula hace del psicópata un criminal diferente. Muchos criminales son el producto de un espiral de violencia. Fueron maltratados durante la infancia y como consecuencia se convirtieron en agresores, por ejemplo. Otros roban para financiarse su adicción a las drogas. O porque están locos. Y hay quienes hacen del bandolerismo una profesión, el típico inútil que roba porque es más fácil de trabajar.
Pero no sucede así con el psicópata. Él comete el delito porque encuentra más estimulante ejercer poder sobre las personas a través del abuso que por mérito. No sólo es moldeado por el ambiente social, sino más bien por la incapacidad de adaptarse a las normas sociales.
“El delincuente común tiene un trastorno de carácter, pero no llega a la característica de crueldad del criminal psicópata“, dice Hilda Morana, expresidente del Departamento de Psiquiatría Forense de la Asociación Brasileña de Psiquiatría. Cita el ejemplo del bandido común que secuestra al hijo de un hombre de negocios, lo mantiene cautivo y negocia con la familia. Para obtener dinero fácil, amenaza con cortar un trozo de la oreja del niño – pero no llega a tanto. Mientras que el psicópata la corta, por una crueldad fortuita. “El psicópata comete cuatro veces más crímenes violentos que el criminal ordinario. Hace maldades que no precisa para obtener dinero fácil“, dice Morana.
Por lo tanto, el crimen de un psicópata es diferente a un crimen pasional. Olvida al esposo que agrede a su mujer después de un ataque de celos o en una discusión. “El psicópata no reacciona a los estímulos que provocan una descarga agresiva. No necesita de estos para actuar“, dice Kvitko. El psicópata puede manejar a la perfección el estrés. Incluso no sufren de estrés post-traumático.
Generalmente, este tipo de criminal termina preso. Con su capacidad de simular arrepentimiento, tienen 2.5 veces más posibilidades de conseguir la libertad condicional, según un estudio canadiense. Pero el tiempo que pasa en prisión no cambia su comportamiento cuando regresa a la sociedad. Su personalidad le obliga a cometer nuevos delitos: la tasa de reincidencia es del 70%, y sólo la mitad de ellos reducen su actividad criminal después de los 40 años de edad.
“La psicopatía es uno de los pronósticos más poderosos de reincidencia del crimen“, dice el psicólogo forense Stephen Porter, quien desarrolla investigaciones con psicópatas en las prisiones canadienses. Según él, el criminal psicópata comete más crímenes, con una mayor variedad y más violencia que el delincuente común.
Y el consenso es que resulta inútil intentar un tratamiento con un psicópata adulto. “Cuando son obligados a someterse a la terapia, generalmente empeoran a medida que aprenden a utilizar la psicología para utilizar a las personas“, dice la enfermera psiquiátrica estadounidense Pamela Kulbarsh, de un equipo de emergencia psiquiátrica en San Diego, EE.UU. “La terapia tradicional puede hacer que el psicópata comete más crímenes y con más maldad“.
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