Pero sería cerca de las tres de la madrugada del ya domingo día diez, cuando escucharon un lamento de mujer. Su primera reacción fue salir fuera del recinto para ver si alguien necesitaba ayuda, pero allí afuera no había nadie.
Hicieron un registro exterior y volvieron al recinto. Es entonces cuando pueden comprobar que los lamentos venían del interior, de la zona de las escaleras que hay junto a su cuarto de control, todo próximo a la puerta principal del Tanatorio.
Era la primera vez que Encarni y Gema vivían unos acontecimientos así en sus más de dos años de servicio en el tanatorio. Haciendo acopio de valor decidieron volver a registrar sala por sala el tanatorio, pero la búsqueda fue infructuosa nada ni nadie andaba por allí. Es entonces siendo las tres y media de la mañana, cuando deciden llamar al 092 perteneciente a la policia municipal.
Hasta el tanatorio se personaron cuatro coches patrulla. Uno de los coches patrulla con dos agentes se quedaron en la puerta del tanatorio y los otros seis al entrar fueron testigos de los lamentos y golpes secos que provenían del interior del tanatorio. Tras ser registrado por los agentes éstos tampoco hallaron a nadie en su interior.
Es entonces cuando deciden llamar al vigilante de la empresa colindante al tanatorio, la petrolífera D.U.C.A.R, para ver si durante su guardia había visto u oído algo fuera de lo normal, su respuesta fue negativa. Al llegar el vigilante al tanatorio se sumó a los testigos presenciales de aquellos lamentos y quejidos, siendo ya un total de nueve personas las testigos del fenómeno ese mismo día.
Intentando determinar la procedencia de aquellos sonidos, los nueve testigos intentaban desde la sala principal del tanatorio determinar la procedencia del mismo pareciéndoles que éstos venían de la parte superior del tanatorio, es entonces cuando algunos de los agentes deciden subir. Sin embargo mientras los testigos de la planta inferior seguían escuchando los lamentos y golpes, los agentes que estaban en el piso superior los oían pero provenientes de la planta baja.
Finalmente ante lo inexplicable del caso, los agentes deciden volver a la comisaría de policía y rellenar el parte de incidencias.
Mientras, en el tanatorio se quedaron las dos funcionarias Encarni y Gema, junto con el vigilante de la empresa colindante. Como los lamentos y golpes no cesaron, deciden llamar de nuevo a la comisaria, cuyos agentes se personaron por segunda vez en la calle San Amaro S/N, pero a su llegada los ruidos cesaron.
El lunes 11 de noviembre del 2002, la ciudad de Ceuta se despertaba con los titulares en la prensa de “Voces de ultratumba en el tanatorio”.
Según el diario “El Faro de Ceuta”, los bomberos estaban peinando la zona en busca de pruebas de intrusos, de posibles cintas de cassette o entradas posibles al edificio desde todos los ángulos posibles por el subsuelo o los techos. El cabo Miguel Ángel Ríos con su equipo (Ignacio Castaño, Juanlu, Jorge León y Juan Luis Arnet) ayudados por efectivos policiales registraron los alrededores. Llevaban un pequeño croquis en la mano en él que se registraba la presencia de una galería subterránea que pasaba por debajo de la morgue, pero una vez la localizaron se dieron cuenta de que estaba tapiada con hormigón y otros materiales, descartando así la posibilidad de que alguien o algo pudiera haber entrado por este lugar.
Se buscaron rastros de animales ratas, gatos, murciélagos, lechuzas, golondrinas y gaviotas. Pero no encontraron ni nada de ellas, ni lugares por donde pudieran entrar al edificio.
Los sucesos, aunque no tan espectaculares se volvieron a repetir otras veces. En uno de los velatorios del día 23 de Noviembre, sobre las 13:15 horas alguien le comentó al
vigilante Ricardo Navarro Sánchez que los de la sala de al lado lloraban excesivamente fuerte, pero como pudieron comprobar algunos de los familiares del único óbito en aquel momento velado, la sala de la que procedían los lamentos estaba vacia.
En los días sucesivos varias veces más se escuchó el lamento, pero de forma más leve siendo de nuevo testigos Gema, Encarni y su compañero Ricardo Navarro, quienes no quisieron decir nada a la prensa, antes las burlas sufridas anteriormente.
A día de hoy, el caso de aquellos lamentos y golpes en el tanatorio de Ceuta sigue siendo otro expediente X español archivado en el cajón de “Fenómenos inexplicables”
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